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Analistas 16/04/2016

Remedio peor que la enfermedad

Edgar Papamija
Analista
La República Más
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Aparentemente superamos las afugias del Fenómeno del Niño, sin pena ni gloria, pues se repite la historia de que los responsables de la crisis energética, que nos tuvo al borde del apagón, no aparecieron por parte alguna y, los de siempre, pagamos los errores de una política que creímos blindada contra los accidentes climáticos y los daños técnicos, pese a que nos vendieron el Cargo por Confiabilidad como un seguro costoso contra la vulnerabilidad del sistema por $18 billones. Hoy, la oferta térmica ha disminuido, con relación a la hidráulica, y el juicio de responsabilidades quedó aplazado hasta cuando una nueva sequía prenda las alarmas.

Si el clima atmosférico cambió el panorama energético, no ocurre lo mismo con el clima político que cada vez es más incierto. El fallo de La Haya y la lista de Panamá, no alcanzan a distraer la atención de la opinión, que hoy ve con claridad los efectos de los errores, que el Gobierno no admite, en el manejo de la economía. La leve recuperación del precio del petróleo y el regreso del dólar a los $3.000, no son suficientes para conjugar el desborde de la inflación que se acerca preocupantemente al 8%. Haya o no haya firma en La Habana, el año próximo, pagaremos los platos rotos por no haber sido prudentes en el manejo de la bonanza, aunque el Gobierno no quiera reconocerlo y el Minhacienda se mantenga en el “todo bien, todo bien” del recordado deportista. 

El incremento del IVA golpeará el consumo de los hogares, base del crecimiento económico, restándoles su capacidad de compra y obligándolos a una reorientación de sus gastos, al gravar artículos de la canasta familiar, en el peor  momento de la inflación, de los últimos años, que llega a dos dígitos en el grupo de alimentos. Fedesarrollo confirma la descolgada del índice de Confianza del Consumidor que se mantiene negativo en la actual coyuntura. De igual manera, la Superintendencia Financiera registra la disminución de la cartera de consumo, arrancando el año, como parte de la desaceleración de la cartera de créditos de las entidades financieras, que seguramente comienzan a acusar los efectos del alza de intereses del Banco de la República. El IVA, en estas circunstancias, puede generar mayores fenómenos de evasión y contrabando y, en determinado momento, contribuir a una espiral alcista en los precios de los productos que acaparen la migración de los compradores.

Insistir en el incremento del IVA en tres puntos, indicaría, según la Comisión de Expertos, que ese recaudo aportaría casi el 80% del total de la reforma. Sin embargo, conocen los especialistas la enorme evasión de este impuesto que bordea el 22% y la falta de decisión de la Dian para reducirla. El Gobierno sabe que no son pocas las empresas que lo cobran y claramente se lo roban. La evasión anual que supera los  $15 billones, podría enjuagar parte del déficit de recursos, si se implementara la factura electrónica para todos los puntos de venta en el país, sin atentar contra la, ya menguada, capacidad de compra de todos los colombianos.

De otra parte, preocupa también que la Comisión de Expertos, en su informe al Gobierno, además de aceptar que los tres puntos del IVA constituyen la columna vertebral de la reforma tributaria, pese a su carácter regresivo, propone nuevos recaudos que en nada contribuyen al supuesto carácter redistributivo de la propuesta. La propia Asociación Nacional de Instituciones Financieras ha prendido las alarmas al demostrar que el peso del esquema propuesto, afectará, como siempre, a los asalariados y a los jubilados que parecen estar en la mira de la Dian por culpa de 2.000 privilegiados que gozan de pensiones exorbitantes.

No parece, entonces, que la Comisión de Expertos Tributarios sea infalible. La lucha contra la evasión y en el control del gasto, son algunas de las alternativas que Gobierno y Congreso tienen, para obtener los recursos que se requieren, para no confirmar los temores de que el remedio será peor que la enfermedad.
 

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