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Analistas 21/02/2020

Hacia dónde deben encaminarse las políticas para mejorar la nutrición

Es bien sabido que la nutrición es algo fundamental para la vida de las personas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación. Para cumplir con la garantía de estos derechos, se han desarrollado políticas y programas a nivel mundial, regional y de país, en los que se busca mejorar la nutrición de la población.

De hecho, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible - ODS adoptados por líderes mundiales en 2015 es el ‘Hambre Zero’, que tiene como objetivos para el año 2030 no solo poner fin al hambre y a todas las formas de desnutrición, sino también promover la productividad agrícola y la sostenibilidad de sus sistemas de producción. Estos objetivos establecidos como metas para ser cumplidas en los próximos 10 años evidencian que mejorar la nutrición no solo se refiere a proveer suficientes alimentos a la población, sino también mejorar su acceso, calidad y la eficiencia y sostenibilidad de su producción.

Si comenzamos con la condición básica de nutrición, podemos hablar de la seguridad alimentaria de los hogares, que, de acuerdo con la definición del ICBF, es entendida como el acceso seguro y permanente de los hogares a alimentos suficientes en cantidad y calidad, para una vida sana y activa.

En Colombia, según información de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia (ENSIN), 5 de cada 10 hogares (54,2% en el 2015) se encuentra en inseguridad alimentaria, siendo mayor en las zonas rurales, grupos étnicos y hogares donde la mujer es cabeza de hogar. El país se sitúa en el número 44 entre 113 países en el ranking de seguridad alimentaria estimado por The Economist Intelligence Unit, índice que comprende cuatro categorías: asequibilidad, disponibilidad, calidad de los alimentos y, recursos naturales y sostenibilidad de la producción.

Evaluaciones realizadas por Econometría Consultores muestran que la inseguridad alimentaria va acompañada de dietas no diversas y de baja calidad en los hogares, y una muy limitada actividad física como hábito no saludable. De igual forma, la sostenibilidad de la producción agrícola se ve afectada por factores de infraestructura rural y falta de cubrimiento a los riesgos que generan las variaciones climáticas.

Dada esta perspectiva y la complejidad de la problemática, surge la pregunta de ¿Hacia dónde deben encaminarse las políticas para mejorar la nutrición? Aunque son muchos los esfuerzos realizados por los gobiernos y entidades de cooperación, todavía no hay una respuesta única a esta pregunta, en parte porque los programas promovidos generalmente se enfocan hacia combatir una parte específica de la problemática general.

Por ejemplo, en países del Asia en los que ha trabajado Econometría como Nepal, las Naciones Unidas han enfocado sus programas a reducir la desnutrición y mejorar los indicadores de peso y talla para la edad de los niños y mujeres, mientras que en países del África y Centro América como Guinea Bissau y Honduras se realizan programas de alimentación escolar.

Econometría ha participado en las evaluaciones de algunos de estos programas encontrando que aquellos que se enfocan en proveer alimentos y suplementos alimenticios tienen un mayor impacto sobre la desnutrición y el desarrollo de la primera infancia, comparados con los que enfatizan en actividades de sensibilización respecto a las dietas adecuadas y prácticas de limpieza y preparación de los alimentos.

Si bien estos resultados parecerían evidentes, generan una gran preocupación para los implementadores de los programas, dado que uno de sus objetivos es crear capacidad en las comunidades para mejorar sus prácticas alimenticias y que estas no dependan exclusivamente de la provisión física de alimentos.

En la misma línea, evaluaciones realizadas por la firma de programas enfocados hacia la asistencia humanitaria a la población desplazada, encontraron que la provisión de alimentos sin el acompañamiento de programas de sensibilización y de actividad física, puede resultar en el incremento del número de niños y adolescentes con sobrepeso u obesidad.

Esto es particularmente importante en la población cuyo desplazamiento tiene un efecto sobre sus prácticas alimenticias, como es el caso de la población indígena, afrocolombiana y los hogares que se movilizaron de la zona rural a la urbana.

En el caso de los programas de alimentación escolar, se encuentran resultados positivos en la asistencia al centro educativo y la disminución de la retención. No obstante, cuando los programas buscan incidir en la alimentación fuera de la jornada escolar, no en todos los casos se obtienen impactos en la toma de raciones alimenticias antes y después de asistir al centro educativo.

También se encuentra que la institucionalidad, no solo de los gobiernos sino también a nivel comunitario, es clave para el adecuado desarrollo de los programas. Dado que la intervención de las entidades busca ser por un periodo limitado y crear capacidades en los territorios, la corresponsabilidad de los gobiernos regionales y el empoderamiento de la comunidad es esencial para lograr la continuidad de los programas y potencializar su alcance.

En conclusión, mejorar la nutrición incluye garantizar el acceso y la variedad de los alimentos, prácticas de vida saludable y la producción sostenible en el agro. Esto requiere de programas y políticas integrales y complementarias que contribuyan a avanzar en cada uno de los temas que deben ser considerados cuando se habla de nutrición, generando también capacidades en las comunidades y corresponsabilidades en los gobiernos para garantizar la continuidad y la optimización de los resultados en el largo plazo.

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