Mejoramiento en el Modelo de Acreditación en Alta Calidad

Asistí al lanzamiento del Acuerdo 01 de 2025, por medio del cual, el Consejo Nacional de Educación Superior, Cesu, con apoyo del Ministerio de Educación, MEN, y el Consejo Nacional de Acreditación, CNA, actualizó el modelo de acreditación en alta calidad en Colombia. Resalto la evolución del marco normativo, que representa un paso significativo hacia un sistema más enfocado en resultados, logros e impactos, así como en la autonomía institucional. Me referiré a cuatro aspectos que considero, dan cuenta de ello.

Primero, el cambio de terminología entre, “resultados de aprendizaje” y “resultados académicos”, aunque muy debatido, se debería interpretar como madurez conceptual, pues la calidad se entiende ahora de manera más holística, valorando tanto la efectividad del proceso formativo como la evidencia del impacto de productos y resultados concretos de la investigación-creación, la innovación, el emprendimiento, los proyectos sociales, en términos de empleabilidad, contribución social, innovación y capital humano capaz de asumir desafíos contemporáneos.

Segundo, celebro que se haya incluido explícitamente la sostenibilidad ambiental como un componente esencial del aseguramiento de la calidad institucional. El Factor 3, denominado Desarrollo ambientalmente sostenible y gestión institucional, establece que las instituciones deben demostrar cómo integran la sostenibilidad en su planeación, operación y cultura organizacional. Esto es necesario para que sean las universidades un referente para la sociedad, en materia de buenas prácticas de sostenibilidad, como lo argumenté en mi columna del 7 de junio de 2025.

En tercer lugar, exalto el acento mayor que se ha dado al “desarrollo de las competencias, capacidades, habilidades y/o destrezas que se espera que un estudiante haya logrado en su proceso formativo”. En columnas anteriores me he referido a que son las universidades y los contextos donde actúan, los lugares en los que los estudiantes pueden cultivar capacidades humanas fundamentales para lograr el bienestar y la vida digna de las personas. Promover capacidades como las que propone Martha Nussbaum (Crear Capacidades; 2011), así como por Mary Kalantzis y Bill Cope (Nuevo aprendizaje; 2012) reta a las universidades a definir e implementar una pedagogía reflexiva, dinámica, que estimule el pensamiento crítico, la creatividad, la confianza para crear / apropiar conocimiento y transformar.

Un cuarto aspecto a destacar, es que esta actualización seguirá contribuyendo a la consolidación del modelo de acreditación colombiano a nivel internacional, como ya ha ocurrido con los programas de medicina acreditados en alta calidad, cuyos graduados tienen acceso directo a prácticas y estudios en los Estados Unidos. A propósito, un siguiente logro podría ser que los programas de ingeniería con acreditación Abet reciban un tratamiento similar. Es coherente que los ingenieros, formados bajo estándares Abet, obtengan puntos equivalentes de reconocimiento internacional y oportunidades académicas y laborales globales. Esto fortalecería la dimensión internacionalización del sistema y estimularía la excelencia.

Finalmente, las universidades firmamos el pacto por la calidad y, con ello, nos comprometimos a que la calidad de nuestras instituciones, más allá de una exigencia normativa, tenga sentido social. Es una oportunidad para fortalecer la confianza en la educación superior, elevar su pertinencia y responder a las necesidades del país.