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La educación superior debe repensarse desde la multimodalidad y la flexibilidad. En un mundo que exige mayor dinamismo y adaptación a cambios e incertidumbres, las universidades deben flexibilizar sus jornadas académicas y brindar oportunidades de estudio 24/7 para democratizar el acceso, fortalecer la inclusión y formar profesionales capaces de afrontar los desafíos de una sociedad cada vez más compleja.
Para ello, es fundamental que las universidades y el gobierno trabajen de manera articulada en la promoción de la multimodalidad, la innovación pedagógica y la diversificación curricular; todo ello apoyado en tecnologías digitales.
La flexibilidad horaria y la creación de rutas pedagógicas diferenciadas son igualmente importantes para la democratización del acceso a una educación superior de alta calidad, capaz de responder a las demandas contemporáneas de una sociedad en constante cambio.
En Colombia, esta apertura ya comienza a dar frutos, reflejándose en el fortalecimiento de programas y asignaturas ofrecidos en horarios nocturnos. Según el Informe de matrícula y cobertura en educación superior 2023 del Ministerio de Educación Nacional, MEN, aproximadamente 33% de los estudiantes en programas nocturnos en Instituciones de Educación Superior públicas y privadas en Colombia son personas que trabajan.
Esta tendencia creciente respecto a periodos anteriores evidencia que cada vez más adultos buscan compatibilizar el estudio con sus responsabilidades laborales y familiares, favorecidos por políticas de flexibilización horaria, la mediación tecnológica y el impulso de la multimodalidad (presencial, virtual y combinada).
La formación durante jornadas en la noche, emerge como una poderosa estrategia de inclusión. Para poblaciones tradicionalmente marginadas, especialmente en zonas rurales o de bajos recursos, representa una oportunidad para mejorar sus condiciones socioeconómicas.
Datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, indican que, en las regiones rurales, la matrícula en programas con concentración en la noche, ha aumentado en un 15% entre 2020 y 2023, reflejando un avance significativo en el acceso educativo para estas comunidades.
En momentos donde el sistema de educación superior enfrenta grandes retos, la apropiación e implementación de flexibilidades también se ha convertido en una herramienta para optimizar los recursos institucionales.
El MEN ha reportado un aumento en la utilización de infraestructuras universitarias en horarios nocturnos, con un incremento de 20% entre 2020 y 2023, demostrando que es posible ampliar la oferta académica y fortalecer la cobertura sin necesidad de grandes inversiones adicionales en infraestructura.
Más allá del acceso, estudiar en la noche contribuye al desarrollo de competencias clave como la autogestión, la responsabilidad y la organización en los estudiantes, habilidades altamente valoradas en el mercado laboral actual, que privilegia cada vez más la flexibilidad, el trabajo remoto y la autonomía profesional.
Desde las Instituciones de Educación Superior debemos asumir el reto transformador de construir y adoptar un modelo educativo flexible, inclusivo y disponible 24 horas al día, siete días a la semana. Solo así lograremos que nuestras estructuras pedagógicas, curriculares y tecnológicas estén verdaderamente al servicio de una población diversa, exigente y en búsqueda constante de oportunidades.
Apostar por una educación 24/7 es, en última instancia, apostar por una sociedad más equitativa, innovadora y preparada para los retos del futuro.