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El espacio en que Petro actúa con suficiencia es el del caos, el odio, la confusión y la confrontación. Petro quiere llevar al país a ese estado. No caigamos en la trampa. Permanezcamos firmes en las instituciones defendiendo la democracia. Un capítulo de este libreto es la autodestrucción que se genera con la reforma laboral, que es defendida desde el simplismo emocional del populismo.
El gran problema laboral del país es que el marco legal que tenemos no se aplica. En el último año, con información del Dane del pasado 30 de mayo, 78% de los empleos que se crearon son de “cuenta propia”. La informalidad es de 55% a nivel nacional y de 84 % en las zonas rurales. En Medellín, la ciudad con menor desempleo, la informalidad es de 40% y en Bogotá de 36%. Es un absurdo, un crimen contra la sociedad, no afrontar el problema de la informalidad y agravarlo con la reforma en curso o con una consulta popular que solo evidencia una insensatez colectiva.
La reforma propuesta por Petro era irresponsable y la que avanza en el Senado ha logrado poner en contra tanto a los petristas como a los sensatos. Debe hundirse y el país debe hacer una profunda reflexión de cómo soluciona el problema de la desprotección del trabajador y del emprendedor.
Un primer cambio es el enfoque del empresario y la empresa. Un país desarrollado lo que tiene son buenos empleos, con los que la gente se siente feliz, útil y autónoma. Estos dependen de que haya buenas empresas, y buenos empresarios. Una legislación que parte del mito del empresario explotador condena al subdesarrollo al país.
El segundo gran cambio es la concepción del trabajador. El trabajador moderno es empoderado, autónomo, responsable de su vida y su destino. Requiere de un marco legal con el cual tenga una interacción fluida y flexible con un contratante, que sabe que su reto es conservar y potenciar a los buenos trabajadores. Una mala legislación laboral envilece el trabajo y condena al empresario a tener malos empleados, a la vez que no permite que se fortalezca una cultura de productividad, eficiencia, compromiso y responsabilidad.
Lo tercero es cambiar la concepción paternalista que nos llenó de instituciones asistencialistas como cajas de compensación, Sena e Icbf. Debemos darle el dinero al trabajador colombiano y no tomarle las decisiones que él puede y debe tomar.
Debemos tener un empleo flexible, por horas, con una estructura legal y de remuneración moderna, con pagos a una cuenta bancaria laboral, desde la que se hacen los aportes automáticos a salud y pensión del trabajador y con un marco legal claro, efectivo y flexible, basado un contrato general sistematizado, por adhesión, ligado al sistema de pago. Cambiemos la visión del empleo y del trabajador y superaremos la pobreza y el subdesarrollo.
Que las EPS no intervenidas estén dando resultados positivos, que las empresas constructoras estén sacando sus proyectos, que el sector eléctrico siga adelante, que 528.000 colombianos “cuenta propia” creen su propio empleo, son la muestra de un país que superó el reto de un gobierno desastroso. Hay más Colombia que Petro. A este, atrapado en su incapacidad y vergüenza, le va a tocar salir corriendo como los capuchos.
No debemos aplazar más la urgente y crucial pedagogía de la ética, la democracia y la libertad económica. Si no lo hacemos bien en los próximos doce meses, Colombia será una pesadilla para nosotros
El comportamiento de los precios de mayo de 2025 se debe al incremento del precio mayorista de las chatas de res, asociado a poca disponibilidad de reses en pie en Antioquia, Bolívar y Atlántico
Una solución posible: declarar un estado de emergencia. Con urgencia. Para movilizar recursos y atacar las finanzas criminales: oro, contrabando, minería ilegal