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Analistas 15/04/2023

Eliminar a Messi

Diego Gómez
PhD, Director ECSIM

Lionel Messi representa el hecho social de muy altos ingresos derivados de capacidades excepcionales. Quienes premiamos esa diferencia somos todos los ciudadanos globales que consumimos entretenimiento. Esta es una reflexión en defensa de la diferencia, de la desigualdad, de la singularidad de los individuos capaces de aportar lo nuevo, lo especial, a la sociedad.

Si analizamos la planilla de un club de fútbol como el Barcelona en el momento que empleaba a Messi, ejemplificaría un caso “aberrante” de desigualdad. El impacto de Messi en los valores de egresos anuales genera índices Gini superiores a 0,73, usando los datos públicos en un simulador del indicador. Eliminar a Messi destruye la magia del club, sus ingresos y los de sus compañeros. Eliminar a Messi puede ser una de las peores ideas de la historia.

Distribuciones igualmente inequitativas se dan si se hace el ejercicio con los músicos como Shakira o Beyonce, o con los 500 empresarios de Forbes. Un hecho a destacar es que los ingresos o los valores de las riquezas quienes los terminan definiendo son las decisiones de preferencia del público en general. Estos son quienes pagan las camisetas, los boletos, los accesos a las plataformas de música y las acciones que se transan en las bolsas, y que determinan el valor de las riquezas. La sociedad reconoce y premia las diferencias.

Uno de quienes lideran la pretensión igualitarista es Thomas Piketty. Irónicamente, si hacemos un ejercicio de indicador de Gini sobre los ingresos del grupo de investigadores de la Escuela Superior en Ciencias Sociales de París, en la que es director de Estudios, nos encontraremos con un caso similar al del Club de Fútbol Barcelona. Sus importantes y legítimos ingresos por conferencias, ventas de libros y asesorías reconocen un valor generado por sus aportes. Pero evidencia la incoherencia de su análisis.

La solución al problema de la desigualdad no está en limitar o restringir la diferencia. Los impuestos a las empresas o al ingreso de las personas es como ponerle a Messi impuestos por goles o asistencias realizadas. Es resolver mal el problema equivocado. El problema está en las limitaciones que tienen los segmentos de bajos ingresos de la población de generar ingresos adecuados. El problema no está en quienes han logrado generar buenos ingresos, está en quienes no pueden generar ingresos.

Usando el simulador de Gini, si la sociedad trabaja en lograr que los segmentos en situación de pobreza logren los ingresos medios básicos, el Gini de sociedades como las latinoamericanas que están en 0,5 se podrían colocar en niveles del 0,34 (simulador). La desigualdad de ingreso y la pobreza se resuelven construyendo capacidades, no dando limosnas estatales. El asistencialismo perpetúa la pobreza y degrada las democracias y sociedades.

La diferencia de capacidades y preferencias de los individuos es la esencia de la evolución de la naturaleza, de la humanidad. La posibilidad de que cada uno pueda desarrollar sus capacidades y aspiraciones es la base de la libertad. La diferencia es la expresión de nuestra naturaleza. La utopía igualitaria es una insensatez evolutiva y una acción inhabilitante de la capacidad de transformarse y sobrevivir de la especie humana.

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