MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Genera desconcierto y desazón escuchar las decenas de candidatos a la Presidencia en el actual debate presidencial. Subyace en esa sensación la carencia de propuesta de país. No se propone desde la esperanza, el sueño o la ilusión. En un polo, las propuestas están basadas en el miedo, la retaliación y el rechazo al contrario. En el otro polo, desde el odio, el resentimiento y la venganza. La polarización pasó a otro nivel de profundidad, ya no solo dividimos el país entre los uribistas y los antiuribistas. A esa división agregamos otra capa con más odios y miedos, dividimos el país entre los petristas y los antipetristas.
Unos desde el odio, los otros desde el miedo, con lo que proponen terminarán reeditando para 2030 el drama del país estancado y en la trampa del subdesarrollo de 2022, en el que los colombianos acudieron al voto protesta, así estuviera llevándonos a un despeñadero.
En 2022 de cambio había poco, era una propuesta de vengar los odios acumulados contra las reformas del 91, contra la conquista y la colonia, contra la pobreza de la que no han podido o no han querido salir y esperan que alguien los saque y suponen que ese es el gobierno. Pero vieron que desde el odio no se construye, en cambio, sí se destruye. Sobre todo, es un espacio para que los corruptos operen aprovechando silencios con patente de corso que les generan su supuesta indemnidad ideológica.
Desde el “Polo” Democrático ahora propone “Las tres revoluciones para una Colombia potencia mundial de la vida”. Una revolución ética, que es difícil creerle luego de lo ocurrido en este cuatrienio. Una revolución económica desde el agro, que es un enfoque fallido que sigue pensando que todo el país es ese 13,8% de colombianos vinculados al agro, mientras destruye el resto de la economía. Y una tercera, una revolución democrática con una nueva constituyente, que sería el camino a la destrucción de la democracia.
La propuesta de los antipetristas, que concentra a la derecha y el centro, se enfoca, ¡y se limita!, en recomponer el daño hecho por este Gobierno. La de los petristas, en decir que ahora sí harán el cambio que prometieron y que las odiadas oligarquías perennes no han permitido. Nuevamente todo conduce a 2022, un año en que fue inevitable que el país se equivocara y tuviera que aprender por la vía del escarmiento lo que era un camino errado.
Hace falta la propuesta que nos proyecte hacia adelante. Que parta de entender los delicados limitantes desde el Estado y la sociedad que nos sumieron en un profundo estancamiento en los últimos 70 años mientras muchos países devastados por las guerras y el colonialismo salieron adelante y saltaron de la pobreza al primer mundo.
Necesitamos una visión de país que nos movilice y nos saque de los miedos y los odios. Que nos convoque a construir la sociedad que sabemos posible. Más que candidatos requerimos partidos con agenda clara de país. Necesitamos un consenso sobre hacia dónde dirigirnos y de qué cambios en las personas y las instituciones requerimos para avanzar en esa dirección.
Lo bueno de este panorama es que los gritos de Petro en su cuenta de X -o en sus desatinados discursos- ya no los escucha nadie. Su voz empieza a desaparecer
Si la fuerza laboral se reduce, la tasa cae aunque el país no esté generando trabajos nuevos o decentes. Eso es lo que vivimos. La Tasa Global de Participación descendió hasta 63.9% en octubre
“Aquellas empresas que se relajen al mundo menguante de los bienes y servicios quedarán irrelevantes. Para evitar este destino, debes aprender a montar una experiencia rica y cautivadora”. B. Joseph Pine II