MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Tras la muerte del Papa Francisco, queda en el aire la incertidumbre sobre el rumbo que tomará la Iglesia Católica y sobre quién ocupará el lugar de liderazgo espiritual y humanitario que él supo ejercer con claridad profética.
Afortunadamente, sus enseñanzas han quedado recogidas en documentos fundamentales, entre los que destaca la encíclica Fratelli Tutti (2020), título escogido por el Papa acogiendo la expresión que San Francisco de Asís usaba para dirigirse a quienes lo acompañaban en su causa de seguir a Jesucristo: Hermanos todos.
Fratelli Tutti (2020) es una de las encíclicas de mayor relevancia del primer Papa latinoamericano y jesuita, llenó su pontificado de una gran influencia en la reflexión política moderna, imprimiendo un aire esperanzador y sanador en medio de tanta confrontación ideológica: uno de inclusión, justicia y renovación.
Francisco ofrece una crítica profunda al modelo de desarrollo global basado en el individualismo, la indiferencia y la lógica del descarte. En lugar de ello, propone una cultura de fraternidad y amistad social como base de una nueva organización de la vida política, económica y cultural.
Las enseñanzas del Santo Padre no pueden quedar en el vacío y deben proyectarse como guía en distintas esferas del debate político y social. Una de ellas, el ámbito laboral, lejos de estar aislado de las implicaciones de esta encíclica, puede ser precisamente el escenario desde el cual las lecciones del Papa empiecen a plasmarse.
Especialmente en países como Colombia, azotados por la desigualdad, la informalidad y la pobreza, Fratelli Tutti podría ser la hoja de ruta para orientar la discusión sobre las reformas sociales que tanto necesita el país, para hacerlo en un marco conciliatorio y de construcción de una verdadera amistad social.
No solo como homenaje al Papa Francisco, sino atendiendo a la inmensa riqueza de sus enseñanzas, hago resonancia de algunas de las invitaciones que nos hace en Fratelli Tutti, y que mucho bien harían si las tuviéramos como guía para promover un debate fructífero que nos conduzca a los cambios que en materia laboral tanto necesita Colombia.
Contra la cultura del descarte
Francisco nos habla del trabajo como una parte fundamental de la construcción de la comunidad y lo define como “una dimensión irrenunciable de la vida social” (2020, 162). Es complejo hablar de dignidad y comunidad cuando, a diario, observamos cómo en todos los niveles, desde el eslabón más alto hasta el más bajo, existen problemáticas como: la competencia desleal, la tercerización irregular, el desempleo y la informalidad estructural.
La reforma laboral que requiere Colombia, no puede enfocarse en el incremento de las condiciones laborales de una población privilegiada. Debe centrarse en reconocer y llenar de derechos a los individuos que han sido precisamente excluidos del marco regulatorio. Para el Papa, aquellos que han sido descartados deben ocupar el centro de la reconstrucción social (2020).
Desde esta perspectiva, quienes deberían ser más cobijados por la construcción de políticas públicas son precisamente los que habitan las zonas mas oscuras del mercado laboral, es decir el desempleado, el trabajador informal, el trabajador campesino, entre otros. Sin embargo, la reforma que se ha debatido en los últimos años, corre el riesgo de quedarse en lo puramente ideológico y peor aún, en lo electoral, sin que se construya una narrativa analítica ni pedagógica que la reconduzca a su verdadero sentido transformador.
La imposición y la ausencia de diálogo
Por otro lado, es importante reconocer que todo extremo político puede tener tendencias autoritarias, una preocupación sobre la cual también reflexionó el Papa Francisco en Fratelli Tutti. Esta encíclica tiene como eje la colaboración en comunidad, lo cual va claramente en contra de cualquier forma de imposición. Por eso, al momento de formular reformas estructurales, no se puede dejar de lado el diálogo. Francisco menciona la necesidad de una “mejor política”, construida desde el encuentro, el conflicto transformado y el reconocimiento de la pluralidad (2020).
Una de las tensiones más visibles en torno a la reforma laboral en Colombia, ha sido la forma en que se ha gestado. Hasta el momento, los ejercicios de concertación no han sido suficientes y se ha percibido una posición impositiva y unilateral por parte del Gobierno, tanto desde la mirada de los sectores empresariales como de algunos sindicatos. Esto contradice el principio del diálogo como camino hacia la construcción de consensos duraderos y la creación de una auténtica amistad social y colaborativa.
El trabajo frente al modelo económico
Francisco advierte que un sistema económico centrado únicamente en el lucro tiende a deshumanizar el trabajo. En Fratelli Tutti, propone una economía con rostro humano, que valore a la persona por encima de la rentabilidad (2020). En esta lógica, el trabajo no debe ser solo una vía para la subsistencia, sino un medio para contribuir y pertenecer a una comunidad.
Este principio interpela directamente a las políticas públicas que no cuestionan ni transforman las lógicas productivas que han facilitado los problemas estructurales del mercado, donde se ha favorecido a pocos y desprotegido a muchos.
En este sentido, una reforma laboral en Colombia, está llamada a quedarse corta si no se articula con políticas más amplias de transición económica, de apoyo real a las Pyme, de promoción del empleo solidario y cooperativo, de apertura a nuevas formas de trabajo y de reconocimiento a otras alternativas de producción desde la economía popular.
La dignificación del trabajo no puede depender únicamente de las leyes, sino de un modelo económico profundamente distinto, centrado en las personas y en el cuidado de la vida en común.
No puedo dejar de mencionar lo que sucedió en Colombia el pasado 1° de mayo, día lleno de una discursividad que dista bastante de Fratelli Tutti. Es hora de entender al trabajo como un espacio de relaciones humanas y de construcción comunitaria, donde tanto empleador como trabajador se reconozcan mutuamente como parte de un todo. Requerimos de una economía con rostro humano, edificada desde un nuevo pacto, el de la verdadera amistad social de todos y todas, y no el de el descarte y la imposición.