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Analistas 03/04/2019

Sin fuerzas para seguir luchando

Diego A. Santos
242 Media Director No Ficción

Lamentablemente me cuesta aceptar que esta vez no he sido capaz de encontrar las fuerzas para continuar luchando.

Las enfermedades no las escogemos, a veces ni las aceptamos, sobre todo cuando hablamos de problemas de salud mental. Hoy en día está mucho más reconocido una fractura de brazo que la depresión o la ansiedad.

Lo más complicado de una depresión no es caer, lo más difícil es no saber cuándo vas a volver a tocar el suelo para poder empezar a levantarte. La soledad te invade por la vergüenza de ser juzgado, de que la gente sepa la realidad, que tengan miedo a acercarse a ti para evitar contagiarse. El bucle empieza a alimentarse y te encuentras realmente perdido.

Igual me di cuenta demasiado tarde, igual no supe encontrar la ayuda adecuada en el momento preciso, igual la gente cercana a mí no estaba preparada, quizás ni yo era consciente de hasta dónde podía llegar a hundirme. He dejado de buscar culpables, de preguntarme qué hubiera pasado si hubiera tomado otras decisiones. Al final he sido yo la perjudicada, el mundo ha seguido girando mientras yo estaba paralizada sin saber cómo continuar.

Estas son las palabras con las que la exitosa remera española Anna Boada, de 26 años, bronce mundial en 2018, anunció su retirada de la alta competencia. Lo hizo en la gala de honor del Comité Olímpico Español, ante la mirada atónita de compañeras, dirigentes, familiares y periodistas. Lo hizo sorpresivamente, en un discurso durante un evento en el que estaba siendo homenajeada.

Anna es una valiente. Lo que ella atraviesa en estos momentos no es un caso aislado; se trata de una enfermedad que atañe a millones de personas en todo el mundo. Tristemente, la depresión ha sido una enfermedad estigmatizada por la sociedad en general. Quienes la padecen hacen esfuerzos sobrehumanos por esconderla y quienes podrían ayudar, no saben cómo hacerlo.

El pronunciamiento de la deportista coincide con la grave situación que empezamos a conocer en Colombia, donde la cifra de suicidios, sobre todo de jóvenes, y en muchos casos por depresión, señala Medicina Legal, se ha disparado en los últimos años. En 2018 hubo 2.410 muertes por suicidio, frente a 1.779 en 2015.

La directora de Medicina Legal, Claudia García, dijo hace unas semanas que esto debe prender alarmas y generar políticas públicas frente a la prevención. Por su parte, la directora de la Fundación Sergio Urrego, Alba Reyes, instó al Gobierno Nacional a adoptar un plan de contingencia para hacerle frente a la situación. La Dijin también se manifestó al respecto, en particular se mostró preocupada por los retos digitales que invitan al suicidio.

Pese a estos llamados, el Gobierno aún no se ha pronunciado. Al menos públicamente. Y es grave este silencio, porque nuestra sociedad está pidiendo ayuda a gritos. Según un médico psiquiatra entrevistado por Caracol Radio, “en Colombia 3 de cada 4 personas con algún trastorno mental no buscan ayuda por el miedo al rechazo social“ y 40% de colombianos dice haber tenido algún problema de salud mental en la vida.

Pese a las rupturas irreconciliables que existen entre los políticos de nuestro país, uno esperaría que para un tema como estos estuvieran a la altura y trabajaran de la mano para resolver este problema. Pero claro… uno olvida… en Colombia se roban hasta la alimentación de los niños…

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