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Analistas 16/10/2019

Le llegó la hora a la educación

Diego A. Santos
242 Media Director No Ficción

Dicen algunos críticos que el sector educativo, a nivel global, se ha negado a incorporar de lleno la tecnología a su propuesta de valor y que por cuenta de ello se enfrenta a una crisis sin precedentes: estudiantes que ya no ven como una prioridad ir a la universidad, altas tasas de deserción y un descontento generalizado con el modelo de enseñanza tradicional.

La tecnología lo ha revolucionado todo y las universidades no van a ser la excepción. Pero hay un problema, que no es menor. Se están demorando en entender que el uso de la tecnología va más allá de ofrecer cursos virtuales a través de una sofisticada aplicación o de poder realizar tareas a través de internet con retroalimentación de los profesores.

La amenaza de no reinventarse, porque es lo que el sector tiene que hacer de lleno, es que le termine pasando lo que le sucedió a los periódicos, que no supieron leer las necesidades de la audiencia y ahora están sufriendo lo indecible, ya no solo por crecer, sino por subsistir. El debate del modelo educativo no es nuevo. Rectores de las distintas universidades de Colombia, así como académicos y estudiantes son conscientes de ello, pero deshilvanar la madeja no les ha resultado para nada fácil. Romper un modelo de siglos, en instituciones que no son precisamente las más dinámicas, dificulta encontrar soluciones.

En su última edición, la revista Harvard Business Review publica un interesante artículo que plantea que una de las soluciones es la enseñanza personalizada, que se puede desarrollar combinando una buena analítica de big data con Inteligencia Artificial (IA).

Según el autor del artículo, Lasse Rouhiainen, experto en inteligencia artificial y en educación, lo que los jóvenes están demandado es una educación personalizada, aquella en la que el modelo sea hecho a la medida para potenciar sus necesidades y habilidades.

A su vez, Rouhiainen señala que los profesores tendrán mejores herramientas para conocer a sus estudiantes, lo que les permitiría enseñar de una manera más eficientes. ¿Y quién haría todo esto? El buen uso de la IA.

“Los sistemas de enseñanza basados en IA les suministrarían a los docentes información sobre sus pupilos: estilos de aprendizaje, habilidades y progreso, además de sugerirles cómo customizar sus métodos de enseñanza. La idea es que la IA ayude a los estudiantes a alcanzar su máximo potencial”, escribe el experto.

La propuesta de Rouhiainen puede sonar muy ambiciosa e inalcanzable para los centros estudiantiles colombianos. No debería ser así. Las universidades, y también los colegios, tienen que empezar a planificar para realizar inversiones que si bien son costosas, son más que necesarias. Por otra parte, el Estado es fundamental para apoyar este propósito y las empresas deberían aportar su grano de arena también; al fin y al cabo, es apostarle al talento que en el futuro estará manejando sus riendas.

Mientras se alinean todos estos factores, bien harían los rectores en pilotear programas de IA y compartir sus resultados con la comunidad. La Universidad de Murcia, en España, es un buen ejemplo de ello, con su exitoso experimento de chatbots respondiendo las inquietudes de sus estudiantes que ya está siendo replicado. Las universidades no se acabarán, pero en manos de ellas está el que su subsistencia no se convierta en un padecimiento, como le pasó a los medios.

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