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La política arancelaria del presidente Trump pateó el tablero del comercio exterior. No solo restó capacidad competitiva a muchas naciones que disfrutaban de ventajas arancelarias en el mercado de los EE.UU., sino que alteró la lógica de las cadenas globales de producción dado que entre las naciones más avanzadas lo que se comercia no son bienes finales, sino bienes manufacturados intermedios, o sea bienes que se utilizan para producir otros bienes.
Este nuevo escenario restrictivo en el mayor comprador del mundo (que representa 14% de las importaciones globales) va a terminar perjudicando a todo el mundo, pues no solo limita el acceso a ese mercado, sino que crea una presión sobre los demás mercados en la medida que China y otros grandes exportadores al mercado norteamericano buscan alternativas en otros mercados tales como el europeo que ya está empezando a sufrir la presión. Es que en últimas la política arancelaria de Trump lo que busca es una sustitución de importaciones por producción doméstica atrayendo inversión y revitalizando sectores que estaban bien muertos o moribundos desplazados por la competencia internacional. Muchos expertos opinan que esta estrategia está condenada al fracaso, sin embargo, persistirá. Sobra decir que estos aranceles también funcionan como una herramienta en lucha geopolítica. Donde EE.UU. no podrá hacer sustitución de importaciones es en aquellos productos primarios que por razones climáticas no le es dable producir y es así como el café, las flores, el aguacate y otros de esa canasta tendrán que seguir siendo importados, e igual sucede con los commodities que los EE.UU. tiene que comprar en el exterior y es a EE.UU. donde Colombia coloca la mayoría de sus exportaciones y de ellas el mayor porcentaje pertenece a este grupo no sustitutivo.
Un ejercicio que presentó Javier Díaz, presidente de Analdex, con ocasión del décimo aniversario del WTC Ibagué, muestra que tal vez en medio de este caos, Colombia sale favorecido a pesar de estar sujeto al arancel universal de 10% que recae sobre las exportaciones colombianas al mercado del norte. Haciendo un ejercicio producto por producto, Díaz encuentra que en el caso del café Colombia ingresa con 10% de arancel mientras que sus dos principales rivales: Brasil, que es su principal competidor, entra con 50% de arancel; y Vietnam, su segundo competidor, con un 20%. En el caso de las flores sucede otro tanto, mientras Colombia accede con 10% de arancel, Ecuador que no tiene TLC con EE.UU. y es sujeto a un arancel base de 15%, le corresponde un arancel de 21%. Las confecciones, que es otro renglón en el cual Colombia tubo algún éxito en el mercado estadounidense, también tiene una ventaja importante ya que Vietnam, Camboya y Bangladesh que son los principales proveedores actualmente quedaron con un arancel de 35%.
Sin lugar a dudas, el ejercicio de Díaz plantea una oportunidad interesante para Colombia, pero el reto debe ser diversificar. Es necesario hacer el ejercicio de averiguar qué otros productos pueden tener ventajas en mercado del norte y que hoy no exportemos porque todo parece que esos aranceles están para quedarse pues el ánimo en el mundo es de proteccionismo y más aún en los EE.UU. El otro campo de oportunidad es aprovechar esta ventaja arancelaria para atraer inversión extranjera en manufacturas que quieran llegar al mercado de Estados Unidos ¿Seremos capaces?
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