.
Analistas 10/10/2023

Soberanía nacional

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

La pandemia terminó por consolidar una tendencia que ya se vislumbraba desde finales de la primera década del siglo cuando jefes de estado, fuerzas sociales y algunos académicos empezaron a señalar que la globalización traía consigo grandes perjuicios en la forma de inequidad, desindustrialización de algunos países, pero sobre todo una amenaza a soberanía nacional.

De manera creciente la globalización empezó a ser señalada como la gran amenaza a las naciones y lo que empezó como manifestaciones de grupos radicales en las antesalas de las conferencias globales se fue convirtiendo en tendencia y finalmente en política estatal.

La disrupción del comercio internacional que acompañó la pandemia puso en evidencia la dependencia alimentaria de algunos países en el suministro de alimentos y de allí crecieron las voces de quienes empezaron a pedir soberanía alimentaria.

Esta angustia por mantener el flujo de alimentos se exacerbó con la guerra de Ucrania (uno de los mayores exportadores de granos en el mundo) que está amenazando el suministro de alimentos a muchos países, principalmente pobres. Resultado de este diagnóstico, y desafiando la lógica de las ventajas comparativas, los países han profundizado el proteccionismo, que siempre a sido característico de este sector, acompañándolo de subsidios.

Colombia no ha sido la excepción. Si bien no se han visto incremento en aranceles, ya que la mayoría de los bienes alimenticios que importa Colombia provienen de países con los cuales tenemos suscritos tratados de libre comercio (principalmente Estados Unidos y Canadá) y ello impide unilateralmente variar aranceles, si se han hecho llamados a renegociar los tratados para favorecer la industria doméstica de algunos alimentos y se han implementado subsidios a través de créditos subsidiados.

Esa política de soberanía alimentaria se ha complementado con una reforma agraria que pretende convertir tierras ganaderas de baja productividad a actividades agrícolas, favoreciendo de paso la equidad en la tenencia de la tierra.

La pandemia trajo igualmente la disrupción en las cadenas de suministro de gran número de industrias y ello ha llevado que estas cadenas se repiensen y surjan conceptos como el “reshoring” y el “nearshoring” que buscan su reconfiguración fortaleciendo la industria doméstica. Este es otro grito de soberanía nacional en el frente industrial que ha estado igualmente acompañado de medidas proteccionistas y grandes subsidios tanto en Estados Unidos como en Europa y China. Colombia igualmente se ha sumado a esta tendencia de reindustrialización, pero carece de la infraestructura tecnológica y el conocimiento para que esta industrialización sea un elemento transformador de la economía nacional.

El tercer frente de soberanía que ha surgido es el energético provocada por la utilización de las fuentes de energía como arma de guerra por Rusia contra Europa y de la mano de esta, y ante el innegable calentamiento global, el afán por la transición energética. Colombia también se ha comprometido con esta causa.

Así que en el nuevo nacionalismo estamos a la orden del día, pero con políticas equivocadas que tiene la industria en decrecimiento y al suministro energético al borde de la crisis. El gobierno tiene un discurso alineado con la tendencia mundial, pero para ponerlo en términos musicales, se sabe la letra, pero no la música y por tanto la sinfonía suena desafinada.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA