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Analistas 31/01/2023

Reindustrialización y nacionalismos

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Estados Unidos y Europa van camino a un proteccionismo acompañado de grandes subsidios del estado para lograr un nuevo liderazgo en el proceso de industrialización que los países occidentales esta perdiendo frente a los avances de China. Al igual que lo argumentaban las teorías del siglo XIX de la “Industria Naciente”, hoy se pretende que con la sombrilla del estado (subsidios, aranceles y barreras no arancelarias), se logre despegar y obtener una madurez que le permita las ventajas competitivas de las cuales hoy carecen. Ahora bien, la industria que hoy se pretende proteger no es la vieja industria manufacturera sino una asociada a la revolución tecnológica que esta viviendo el XXI y a las preocupaciones por el medio ambiente. En efecto los grandes subsidios se están dando para la fabricación de baterías de litios ante el inminente dominio de los vehículos eléctricos y en los desarrollos asociados a la inteligencia artificial. En el fondo no es una lucha por la industrialización en si misma sino por el dominio tecnológico, de ahí que el campo de batalla se libra en el mercado de los microprocesadores y las restricciones en el desarrollo de nuevas capacidades en el transporte de información como la que se ha dado en la implementación de la tecnología 5G.

Dada la naturaleza de este proceso esta nueva ola va acompañada de un incremento sustancial en inversiones en Investigación y Desarrollo (I&D). Mientras que en Europa la inversión en Investigación y Desarrollo creció en 2021 en 8,9%, Estados Unidos se posiciona como el número uno en in inversión en I&D en el mundo con un 3.5% del PIB y China ocupa el segundo lugar en este tipo de inversiones. De acuerdo con un informe de Unión Europea esta inversión se dio en un 22,6% en la industria de microprocesadores, 21,5% en el ramo de la salud,19.8% en servicios relacionados con tecnologías de la información y 13.9% en vehículos. Estos fenómenos rezagarán aun mas a los países mas pobres que carecen de los recursos para ese desarrollo tecnológico y se quedan relevados a talleres de manufactura tradicional.

Este desarrollo “hacia adentro” como lo llamó la CEPAL en su momento conlleva un fuerte ingrediente político de nacionalismo y el nacionalismo, como lo hemos visto en la historia del siglo XX es fuente de restricciones de la democracia tanto desde el flanco de las derechas como de las izquierdas. No es sorprendente que haya sido el eslogan de “Primero América” de Trump una de las primeras manifestaciones de esta tendencia y que en Europa se haya tomado el poder la derecha extrema en Italia y que Marie La Pen este ganando terreno en Francia. Este nacionalismo y su compañero el proteccionismo no ha significado un ataque a la empresa privada, sino por el contrario un impulso al liderazgo de esta, que se beneficia de los subsidios del estado y de la protección de la competencia internacional.

En Colombia parece que estamos a la vanguardia de esta tendencia de pregonar una reindustrialización y un discurso nacionalista. Es loable sin duda, pero este proteccionismo criollo no va dirigido a industrias de vanguardia tecnológica sino a las viejas industrias del siglo XIX, verbi gracia, la industria textil, no va acompañada de la necesaria inversión en I&D para que se pueda entrar al siglo XXI, y se sataniza la empresa privada y pregona para sea el estado el que dicte las normas del mercado. Ese no es el camino.

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