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Analistas 11/02/2025

Oportunidad perdida

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Según el coeficiente de Gini América Latina es la región más desigual del mundo. Es además una región que políticamente ha estado gobernada en su mayoría por el “status quo”, es decir, por las mismas castas que heredaron el poder desde la independencia en el siglo XIX. Como salta a primera vista es este el escenario perfecto para una revolución social y el acceso al poder de fórmulas de izquierda que prometan equidad y bienestar para “el pueblo”.

Esa promesa de equiparar las cargas en bien de los pobres ha sido ensayada a lo largo y ancho de la región con resultados nefastos y sin que se haya logrado un cambio de tendencia construyendo sociedades más igualitarias y con una mejor calidad de vida. Tal vez el primero en la larga lista fue Juan Domingo Perón, que en una Argentina en pleno auge económico hizo un llamado contra élites y por el “pueblo” con resultados verdaderamente nefastos y que accedió recurrentemente al poder hasta el triste final del gobierno corrupto de la Kirchner.

Sucedieron en el siglo XX otros liderazgos de izquierda con el mismo discurso de repartir la riqueza que fueron fracasando y terminaron en golpes de estado tanto de derecha como de izquierda erosionando la democracia en la América Latina. Son los casos de dictadorzuelos como Velasco Alvarado en Perú o Juan Vicente Gómez en Venezuela, que poco o nada lograron en materia de generar un sistema sostenible de equidad y bienestar, para no mencionar el caso de la dictadura de la familia Castro en Cuba que ha llevado a este país a la pobreza absoluta. O los gobiernos “populares” que fueron derrocados por militares macabros de extrema derecha como Pinochet en Chile que dio al traste con el gobierno socialista de Salvador Allende o el de la Junta Militar que acabó con el ridículo mandato de Isabelita Perón en Argentina.

Después de una ola “neoliberal” que dominó la política social y económica de la región en las postrimerías del siglo XX, sin que se lograran superar la desigualdad y la exclusión de grandes sectores de la población y con un progreso que parecía beneficiar solo a unos pocos, arrancó el siglo XXI con nuevos liderazgos de izquierda que prometían lograr aquello en lo que sus antecesores habían fracasado; equidad y progreso, pero como si fuese el sino de nuestra América Hispánica muchos acabaron montando dictaduras del “pueblo” que hoy vemos entronizados en Venezuela y Nicaragua y que quiso imponer Evo en Bolivia y Castillo en Perú, con resultados nefastos para la economía y el pueblo de sus países.

Más allá de esta triste realidad hemos visto en el siglo XXI tres casos de gobiernos de izquierda con ese mismo discurso que se han sometido a la democracia. Son los dos gobiernos de Lula, en Brasil; el de Boric, en Chile; y el de Petro, en Colombia. Los dos primeros con algunos logros significativos en lo social y resultados cuestionables en lo económico y el tercero, Petro, con un fracaso en lo social y en lo económico.

Es triste que los ensayos de izquierda en la región que prometían sociedades más justas hayan fracasado y lo que han logrado es el surgimiento de una derecha extrema que promete dominar la economía y la política. Me refiero a los Bukele, a los Noboa y a los Milei. Cuántas oportunidades perdidas en discursos radicales y promesas incumplidas, cuánta frustración de un pueblo que ya no cree ni en la política ni en la democracia, lo que resulta campo fértil para nuevas dictaduras.

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