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Analistas 22/09/2020

Neutralidad

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Ni los amigos de mis amigos son necesariamente mis amigos, ni los enemigos de mis amigos son necesariamente mis enemigos. Este principio básico se aplica a la diplomacia y más, particularmente, a la diplomacia de un país pequeño y vulnerable frente a las realidades de la geopolítica internacional. Hay diferencias y confrontaciones entres las grandes potencias del mundo y no hay razón para que Colombia tome partido en temas que no son de su interés o conveniencia.

Colombia ha sido históricamente incondicional de los Estados Unidos en un escenario mundial bipolar en el que, de un lado, estaban los países occidentales capitalistas liderados por EE.UU., y de otro lado estaba el comunismo internacional liderado por la Unión Soviética. Aún en esa vieja confrontación, que llegó a su fin con la caída del muro de Berlín y el cambio de modelo económico que introdujo Deng Ziao Ping en China, y que se libró en Colombia con el surgimiento de guerrillas, Colombia fue abriendo relaciones diplomáticas y comerciales con países como Cuba y China, que tenían modelos económicos diferentes al nuestro.

El mundo cambio. De la bipolaridad en el escenario político y comercial se pasó a una multipolaridad en que juegan por aparte EE.UU., Europa, China y Rusia que intervienen como potencias con intereses económicos y geopolíticos particulares que buscan favorecer su industria y su economía. Colombia no debe tomar partido en ese acomode de gigantes. Por el contrario, como nación independiente y neutral tiene la oportunidad de beneficiarse de lo que estos bloques ofrecen al mundo en términos de inversión, tecnología y cultura.

Estados Unidos argumenta que hay un desbalance injusto en su relación comercial con China, y ha tomado medidas que a su leal saber y entender buscan corregir lo que ellos perciben como inaceptable. Por su parte, China reclama que esas medidas son contrarias a las normas establecidas en organismos multilaterales como la OMC y ha llevado sus diferencias a estas instancias a la vez que los dos países buscan con el diálogo cambiar las reglas de juego de su relación. Ese diálogo y esa disputas no pueden incluir terceras naciones que buscan afanosamente nuevos capitales, y nuevas oportunidades comerciales.

Según parece, la renovada agenda que ahora tiene los Estados Unidos para Colombia incluye el narcotráfico (ninguna novedad) y el tema de Venezuela, y según algunas declaraciones de funcionarios de lo EE.UU. la preocupación por la creciente inversión y participación china en proyectos de gran importancia para nuestro país. Colombia no puede permitir que este último aspecto forme parte del diálogo binacional. Si la presencia de empresas chinas favorece el desarrollo nacional deben ser bienvenidas. Si las empresas chinas le están apostando a proyectos fundamentales eso es importante para Colombia.

Es cierto; en el último año, y después de 40 años de relaciones y diplomáticas y comerciales con China tenemos a empresas de ese país desarrollando el metro de Bogotá, el Tren de Cercanías, proyectos de generación sostenible, proyectos de ensamble industrial que según datos de la embajada de ese país en Colombia involucran inversiones de más de US$10.000 millones y generan más de 3.500 empleos directos y miles de indirectos. Bienvenidas esas inversiones y esos empleos, y si empresas americanas quieren incrementar sus presencia en Colombia también bienvenidas. No podemos jugar a la geopolítica con el desarrollo económico del país.

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