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Analistas 30/07/2019

Fracking

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Estaría de acuerdo con el fracking si por fracking se entiende la obligación de los padres de las novias a usar frac para la boda de sus hijas. De lo contrario, me sumo a las mayorías que defienden la conservación del medio ambiente y advierten del peligro medio ambiental de las prácticas de extracción de petróleo y gas por métodos no convencionales. Pero no solo por esa razón, sino porque avanzar en esa práctica nos dice mucho del modelo económico que el país persigue y del papel que se espera juegue el Estado en la sociedad con todas las consecuencias que ello tiene.

Muchos economistas han alertado sobre la llamada “maldición de los recursos naturales” entendiendo por ello el efecto que en un gran número de países ha tenido la dependencia de recursos naturales, que los ha llevado, entre muchos otros males, a la inestabilidad propia de los precios de los recursos naturales. Eso es cierto en Colombia cuando no hace mucho vivimos la bonanza petrolera con precios por los US$100 barril y tasas de crecimiento satisfactorias de nuestra economía, para luego pasar a una caída del precio que provocó una situación de emergencia fiscal y retroceso significativo en la tasa de crecimiento del país. Venezuela es un ejemplo crítico. Revolución exitosa con precios altos, revolución fracasada con precios bajos.

El petróleo como todo lo que yace en el subsuelo pertenece a la Nación, tanto en Colombia como en todos los países del mundo, y se convierte en fuente importante de recursos fiscales, bien sea por el monopolio en la extracción, por las utilidades de las empresas estatales que explotan los recursos o por las regalías.

De eso hemos sido testigos cuando en las bonanzas vemos un estado derrochador repartiendo favores para ganar simpatías, debilitando con esa acción la importancia de otros sectores de la economía que generan más empleo y más bienestar (+ Enfermedad Holandesa). Los estados petroleros son poderosos y tienen la capacidad de imponer vía presupuesto la voluntad de los gobernantes. Venezuela vuelve a la memoria, pero ello también es cierto en muchos otros rincones del mundo, entre ellos los Emiratos Árabes.

La gran diferencia entre Chaves/Maduro y López Obrador no es que sean cepas de populismo diferentes, ni que piensen diferente sobre el papel del Estado frente a la sociedad; la gran diferencia radica en que el estado venezolano tenía el absoluto control de la economía vía un recurso natural que pertenece a la Nación, mientras la economía mexicana desde la década del 90 abandonó la dependencia del petróleo y diversificó su economía hacia la manufactura y el desarrollo agroindustrial. Es curioso que en nuestro país los que más le temen a Petro sean los que defiendan el fracking sin tener conciencia que un gobierno populista de izquierda será tanto más peligroso cuanto más poderoso sea el Estado.

Vamos a arriesgar el medio ambiente para consolidar la “maldición de los recursos naturales” y crear un Estado por encima de la dinámica económica privada o será que de una vez por todas le apostamos a la diversificación de la economía de cara a unas reservas petroleras más menguadas. ¿Será que tiene coherencia apostarle a la “economía naranja” y terminar promoviendo el fracking? El presidente de Ecopetrol debería entender que Estados Unidos, que tiene una economía altamente diversificada y que hoy por hoy tiene una administración poco sintonizada con la protección del medio ambiente, le apueste al fracking. No es justificación para que Colombia lo haga.

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