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Analistas 24/09/2019

Capoteando

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Utilizando el colombianismo de capotear, queriendo con ello decir la forma en la cual somos capaces de enfrentar o sortear los problemas que nos aquejan, cabe preguntarse qué tan buena es Colombia para capotear los avatares de las coyunturas, y la respuesta es que somos muy malos.

Como enfrentamos las crisis y qué capacidad y voluntad tiene el Estado para resolver sus emergencias. Como hacer que la coyuntura no se convierta en cotidianidad. Son muchos los ejemplos que se vienen a la mente. Como resolver un derrumbe en el kilómetro 58 de la vía Bogotá-Villavicencio que deja unos sobrecostos calculados en billones de pesos. Como resolver un problema de orden público en la zona de Tibú y La Gabarra en Norte de Santander que ya ha dejado cientos de muertos incluyendo un candidato a la alcaldía. Como resolver el coctel explosivo de cultivos ilícitos, poblaciones indígenas y paramilitares en el Cauca, o a nivel más local como resolver el problema de los colados en Transmilenio que le cuestan a la ciudad cientos de millones de pesos o la epidemia de robos de celulares.

Tenemos procedimientos ordinarios para estas situaciones extraordinarias. Somos un país que vive en emergencia de una naturaleza u otra. Todos los días, por falta de planeación o por exceso de corrupción o simplemente por la voluntad de la naturaleza tropical nos enfrentamos a emergencias mayores. Derrumbes, derrames de los oleoductos, represas desbordadas, enfrentamientos sociales y acometemos estos hechos con normas de la normalidad y valga la redundancia.

No es posible que con un marco institucional rígido logremos enfrentar situaciones extraordinarias así estas estén a la orden de día. ¿Será que con una orden de trabajo y un reparcheo logramos resolver la crítica situación que impide comunicar a Bogotá con la otra mitad del país como resultado de un aguacero? ¿Será que con la muerte de Guacho o cualquier otro delincuente desatamos el nudo gordiano de la violencia en Cauca y Norte de Santander? ¿Será con que con campañas de “mejor ser correcto que corrupto” resolvemos el tema de los colados en el sistema de transporte? No creo.

El país tiene que diseñar mecanismos extraordinarios para situaciones extraordinarias que le permitan buscar soluciones de corto plazo a problemas coyunturales de gran calado. Ya sabemos que con la solución actual la vía al Llano no tiene salida y que al próximo aguacero quedaremos aislados, ya sabemos que a pesar del sacrificio de soldados y agentes del Estado la situación de Cauca no va a mejorar e igual sucede con los paños tibios que aplicamos a problemas graves.

Abogados tienen la patria en un país de abogados. Ellos que son tan creativos y lograron inventar una jurisdicción especial para la paz, seguros serán capaces de inventar unos mecanismos jurídicos para que el Estado tenga herramientas para enfrentar las eternas emergencias que se nos están volviendo parte de la vida cotidiana. Como sortear cierta ley de la contratación, la necesaria defensa de los derechos humanos, o como imponer sanciones sin violar los derechos de los delincuentes.

No se trata de soluciones de fuerza extraordinaria que a los colombianos no nos atraen, sino de sutiles andamiajes jurídicos que le permitan a una institucionalidad acartonada reaccionar frente a hechos protuberantes que se salen de la normalidad.

Pensemos que si tenemos la capacidad de reaccionar a esos embates que convierten en permanente lo que es aislado podremos avanzar en un país manso que transite hacia la prosperidad.

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