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Todavía continúa como uno de los problemas más comunes en el mercadeo el manejo de las comunicaciones, que tradicionalmente se han dado de manera unidireccional, es decir, del emisor hacia el mercado, siendo muy poco lo que se ha trabajado de manera bidireccional y eficiente porque casi siempre son incompletas.
Además, como tanto se ha dicho por quienes orientan el manejo del proceso comunicacional mercadológico, éstas deben trabajarse de manera integrada para que todo y todos comuniquen lo mismo, en todas las circunstancias que se presentan, entendiendo que no se puede no comunicar, pues hasta lo más insignificante tiene un mensaje para el cliente: el desorden, el mal trato, la mala información, la tarjeta de presentación personal, la factura, el sistema de cobro, el mensajero, el empaque, todo.
Hay que recordar que las comunicaciones se “enfrentan” a tres potestades de las personas: atención, interpretación y memorización, y que con los mensajes se busca trabajar bajo el principio aida que sigue siendo una base de acciones. Quiere ello decir que hay que llamar la atención, lo cual puede ser lo más simple del proceso. Pero la interpretación de lo que se trasmite es potestativa de cada persona, y no se puede obligar a que se interprete de una u otra manera. Si no, basta con analizar lo que está pasando en el país.
La comunicación mercadológica tiene como fin suministrar información de manera tal que estimule a la acción y a un comportamiento sostenible. Lo que se dice, bien sea sobre bienes tangibles, intangibles o sobre comportamientos, como ciudadano e integrante de una sociedad, partido político, religión, etc., para beneficio de todos, como reza la definición de mercadeo.
Actualmente se ha complicado un poco debido a la gran cantidad de medios y redes sociales que día a día son más influenciadores sobre las decisiones y opiniones de la gente, como está ocurriendo con la situación actual del país, que tristemente cada vez se polariza más por lo que se dice y la forma como se interpreta.
También, debido a lo anterior, es claro que se requiere cada día y con mayor insistencia, del efecto de repetición, o sea continuidad, manteniendo el fondo o la esencia y cambiando la forma para no cansar y evitar que se vuelva paisaje para que los mensajes puedan permanecer y ejercer la acción estimuladora que se busca. De lo contrario se corre el altísimo riesgo de que no se le preste atención, o que se olvide, pues todos los días llegan nuevos y más. De no hacerlo, se genera la falta de comportamiento sostenible en el cliente.
Un ejemplo ilustrativo es la inefectividad de los mensajes sobre el uso de la pólvora, que solamente se pasan en la temporada decembrina, haciendo que esa comunicación no tenga el efecto deseado.
Es claro, y es menester que se entienda para beneficio de todos, que todo y todos comunican y que no se puede no comunicar, y que los mensajes deben ser bien elaborados, transmitidos en forma integrada y con una frecuencia adecuada, en los medios más fáciles y efectivos para que lleguen al segmento objetivo, sin cansar, permitiendo la interactividad que hoy se puede y debe mantener con los receptores de los mensajes, quienes además, más que eso deben ser participantes del proceso.
Rendir cuentas, entonces, no es solo presentar balances. Es demostrar que la alianza público-privada puede ser una herramienta ética y eficaz para cuidar la ciudad y activar el territorio
Es hora de revisar la meta recurrente de llegar a tener entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio público por habitante. En los casos más exitosos, se ha llegado a un estándar de 4 metros cuadrados por habitante
En este contexto, la valentía no es un rasgo heroico sino una disciplina. Quienes llegan al cargo suelen haber trabajado más de dos décadas antes de asumirlo