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Analistas 04/03/2013

Punto de partida

Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad Ean
La República Más
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El debate ambiental se encuentra agriamente polarizado, y es indispensable construir un puente por encima de la simplicidad con que se pretende trazar la línea entre buenos y malos, y este será el esfuerzo que haré desde esta tribuna que gentilmente me brinda La República. Sin ingenuidad, pero sin dogmatismo, planteo un punto de partida que reconoce que los costos del buen manejo ambiental, calculables o no,  son materia de debate legítimo por parte de la sociedad, y que es necesario hablar de decisiones que afectan intereses y que no pueden ser abstraidos como temas apolíticos. El manejo ambiental no es en absoluto una cuestión que se resuelva solo con ciencia, ni solo con transacciones de mercado, pues el ambiente es, por naturaleza, el resultado de la interacción de decenas de factores que convierten el mundo en algo muy complejo y por tanto lleno de incertidumbre, más o menos agradable, más o menos letal.

 
En principio, por ejemplo, reconozco que la biodiversidad, es decir, la multiplicidad de formas de vida que habitan este planeta, está representada, en gran parte, por alimañas. Bichos. Gusanos, invertebrados, insectos, hongos y similares representan más de las tres cuartas partes de las especies, y pocos de nosotros querríamos convivir con ellas. Apenas reconocemos su existencia, deseamos estar lejos de ellas y nos parece inexplicable su presencia. La creencia en una divinidad ayuda: serían parte del plan misterioso… Pero ello no necesariamente nos induce a invertir dinero o esfuerzos en su protección, así nos expliquen los materialistas que de ellos depende la continuidad de la gran mayoría de procesos biológicos del planeta. Los servicios ecosistémicos que nos prestan gratuitamente los murciélagos insectivoros no compensan la fobia a los vampiros. Y por ello no nos gusta pagar impuestos para proteger los primeros. Es difícil construir una agenda política pensando en la biodiversidad.
 
Punto de partida: no es viable la utopía bucólica. No es viable una población de 45 millones de colombianos solo cultivando la tierra y haciendo artesanías; no son viables la mayoría de culturas contemporáneas sin actividad petrolera, minera, industrial. Pero tampoco es viable su continuidad en un plazo de pocas décadas.  El reto, vivir dentro de límites, y límites autoimpuestos en la medida de lo posible, para que no sea la cruda realidad, léase variabilidad climática o crisis ambiental, la que los imponga. Sin petroleo, solo sería posible la existencia de 400 o 500 millones de seres humanos en el planeta. Mama Pacha no es tan benévola.
 
Punto de partida: No hay recetas. Ideas como sostenibilidad o sustentabilidad son orientadoras, pero poco prácticas. Otras más controversiales: justicia ambiental, distribución equitativa del riesgo, deuda ecológica. Otras más mediáticas, equívocas, sospechosas: consumo responsable, economía verde, ecoturismo… 
 
Debates álgidos: la minería, ¿sostenible o responsable? La agroindustria, la hidroenergía, la infraestructura portuaria… la expansión urbana y las casas de interés social. ¿Con qué intensidad deben ser sujetos de regulación ambiental? Las políticas de seguridad alimentaria, la definición de derechos al espacio público,  la salud mental, ¿deben ser temas valorados como sujeto de gestión ecológica? ¿Si dependemos de la pesca, la cacería es igualmente deseable, permisible, legítima, éticamente aceptable o está en el mismo nivel que el espectáculo circense o la tracción animal?  
 
Punto de partida: la evidencia indica que sí es cierto que hay que discutir, democráticamente, acerca de modelos de desarrollo, modelos de civilización y concepciones de la gestión ambiental, con un criterio histórico central que reconozca la inexorabilidad del cambio. Que en ello apostamos mucho de la viabilidad de lo humano y que con un aterrizaje concreto a las circunstancias sociales y ecológicas del país, uno de los más heterogéneos del globo, enfrentamos decisiones críticas que hoy no parecen ir en la dirección correcta. 

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