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Analistas 21/09/2019

Angustias de actrices y de troles

Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad Ean

Una reconocida actriz publica en sus redes mensajes de rechazo al fracking y alguien la cuestiona duramente por no tener el conocimiento y “propagar un mensaje desinformado aprovechándose de su fama”. Acto seguido, un tercero en la lid insulta a quien cuestiona y, de paso, al Presidente de la República y a tres o cuatro personajes que le caen mal. En adelante, la cadena de mensajes, como es usual, no hace más que degradarse.

¿Despotricamos contra las redes, las actrices, los expertos, los troles? ¿Nos erguimos en ellas como campeones de alguna causa, dado que en ninguna otra parte tendríamos esa posibilidad? ¿Cuál es el lugar de estos medios en medio de los demás recursos de comunicación?

Todo es demasiado reciente, demasiado joven. Somos una civilización que apenas inicia su etapa digital y que no sabe qué hacer con su capacidad de cómputo personal, un cerebro portátil de proporciones inimaginables que representa un lóbulo más, un plegamiento, una capa no biológica pero generada por la precedente, tan natural (pero de sílice) como ese nudo reptil (pero de carbono) que reacciona salvaje desde las profundidades neuronales en cualquier debate donde se destroza la tranquilidad sobre la cual reposan sus convicciones. Ecología evolutiva en pleno…

Las actrices son ciudadanas y opinan como les corresponde, nadie puede coartar su libertad de expresión. Los “expertos”, siempre tan precisos en el detalle pero con total autismo emocional, apelan a la ilustración desde su propio ego; quisieran el talento de las actrices… Los troles, mmmm, bueno, son troles. Siempre habrá cocodrilos al acecho.

Lo que demuestra esta situación no es que las redes sociales sean inútiles, sino que requieren, como el fuego en el paleolítico, ingenio y sabiduría para transformarlas en herramientas de bienestar; nada parecido a lo que hacen algunos agroindustriales brasileros en Amazonia. Perdón, mejor la viga en el ojo propio: en Colombia llevamos 100.000 ha… Troles, tal vez, que aún viven lejos de la era digital. ¿Gente hambrienta? ¿Actrices? ¿Expertos?

No queda otra alternativa que la educación, recodificar los instintos, des-onanizar el celular, organizar el horario para poder acceder a todo el conocimiento planetario de la historia disponible a un enter, programar el sexo virtual y el chat inane o egomaniaco para los momentos adecuados: nada que no se predicara en Atenas, en un monasterio del medioevo, en las primeras universidades, durante la Ilustración; pensando solo en occidente. Adaptarse es cuestión de método y no hay opción ante el caos climático. También conversar con los mamos de la Sierra Nevada sin falsa idolatría, investigar las cualidades de los chamanismos con el mismo respeto que por los ingenieros que programan dispositivos con IA y dejar de hacerle caso a los crujidos de dientes electoreros de líderes que nos destruyen porque su meta es apropiarse de un poder tan inmanejable como el del teléfono inteligente.

Toda esta andanada para responder a quienes abandonan el debate digital, hartos de actrices, expertos y troles, sin darse cuenta de que somos humanos, demasiado humanos y en cualquier esquina los encontramos. Y a menudo los elegimos…

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