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Después de una victoria con sabor a derrota, no demoraron en salir los Petristas Vergonzantes a encasillar al Ingeniero como el gallo tapado de Uribe, adjudicando su victoria a una estrategia maquiavélica de su enemigo de marras. Están nerviosos porque su candidato enclosetado pasó de venderse como la esperanza del cambio, a convertirse en el más fiel representante de una clase política tradicional que el electorado quiere erradicar. Ante este nuevo escenario, han empezado a desplegar una nueva narrativa, satanizando al Ingeniero, convirtiéndolo en la viva reencarnación de Uribe, y acusándolo de corrupto, misógino y seguidor de Hitler. El reto del ‘viejito’ es seguir con la misma estrategia que le dio la victoria el domingo pasado: no dejarse picar la lengua y no caer en una retórica de populismo de izquierda, que termine restándole a su aritmética política, que hoy lo tiene como el seguro ganador.
Aunque Petro y sus secuaces hasta el domingo parecían ‘Intocables’ -como la mafia italiana que dominaba las calles de Chicago en épocas del prohibicionismo - su descaro moral y falta de apego a la ley empezó a pasarles factura. Creyeron que podían hacer alianzas con clanes políticos; subir ebrios a las tarimas; recibir bolsas de dinero; hacer acuerdos con el Cartel de La Picota; anunciar una política de pacificación con los narcos; y enviar a Teodora a traer de Venezuela dólares en efectivo a pocos días de los comicios presidenciales; y nada les iba a pasar. Pero los colombianos no somos estúpidos y entendimos que el ‘Cambio’ que ellos representan no existe: ni en política, ni en el periodismo que los defiende soterradamente.
Hoy el reto para el Ingeniero es seguir siendo el ‘outsider’ de la política y quién mejor representa combatir la corrupción. Y aunque su discurso ‘Trumpesco’ de acabar con los excesos de las prebendas a los políticos -el equivalente criollo a ‘drenar el pantano’- es bastante apetecible, debe tener cuidado de no caer en un populismo irracional que lo debilite con aquellos sectores de la derecha que le pueden aportar los 4 o 5 millones de votos que necesita para derrotar a Petro.
Pero como se dice popularmente, la política es de sensaciones. Y aunque hoy muchos en la derecha tenemos la grata sensación de tener un candidato que pueda derrotar al señor de las bolsas, no subestimemos a los petristas vergonzantes- que por razones ideológicas y su odio a Uribe- se van a sumar a Roy y a Benedetti en esta cruzada. Ellos son conscientes que nunca habían estado tan cerca del solio de Bolívar, y van a movilizar todas sus estrategias y hacer llover dinero para garantizar una victoria.
Y por más que me gusta que el Ingeniero ha logrado arrebatarle el discurso a la izquierda en temas sociales, ambientales y de lucha contra la corrupción, tiene que tener cuidado pues no queremos una carrera entre populistas de izquierda que lleve a un sector importante del electorado de derecha a sumarse al porcentaje del abstencionismo que permea históricamente nuestras elecciones. Ojalá su agenda progresista, su estilo indescifrable y su opinión cambiante al vaivén de las redes sociales, no terminen por desmotivar a quienes hoy estamos entusiasmados con “el viejito’.
No queremos servirle a Petro la Presidencia en bandeja de plata, porque eso si sería una verdadera ironía.