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-País de mierda- es la frase que utilizó Alejandro Gaviria para terminar su mensaje de condolencia respecto del magnicidio de Miguel Uribe. Al igual que él, muchos sentimos dolor de patria y estamos emberracados con la situación que vive el país.
De manera similar, el expresidente Álvaro Uribe -líder natural del partido al que pertenecía Miguel-, se pronunció señalando al expresidente Santos de ser el causante de que Colombia esté nuevamente en las garras del narcotráfico y bajo el yugo de una izquierda resentida representada por Gustavo Petro e Iván Cepeda, los encargados de echarle gasolina a la hoguera.
No se hicieron esperar las críticas del petrosantismo, diciendo que no es el momento para rencillas políticas. Y aunque estoy de acuerdo por respeto a la memoria de Miguel, prefiero a los que están dispuestos a desahogar su frustración con groserías o mensajes en redes sociales, y no a quienes solapadamente acuden a la violencia o a la artimaña judicial para neutralizar a sus opositores.
Hoy, los petrosantistas piden mesura y unión, cuando son ellos quienes llevan décadas persiguiendo a Uribe y hoy se ofenden con un trino. No lo bajan de paraco-asesino, socio de Pablo Escobar, autor de los falsos positivos y muchos otros señalamientos infundados, como el que hoy lo tiene privado de la libertad. Si en verdad quieren respeto, esperanza y unión, empiecen por desmovilizarse -de verdad- y desarmar el alma.
Estamos en un punto de inflexión. El proceso electoral que se nos avecina -si Petro no decide perpetuarse en el poder- va a ser determinante para tratar de devolver la esperanza y unir a todos los colombianos que hoy nos sentimos frustrados y vemos al país al borde del abismo.
Necesitamos un liderazgo con firmeza, determinación y visión de país. No podemos ser tibios o quedarnos en frases y lugares comunes, como muchos en el centro. Necesitamos aspirantes decentes, elocuentes y de principios, pero preparados para lidiar con el caos que va a dejar Petro en materia fiscal, de seguridad, relaciones internacionales y salud, entre muchos otros.
Necesitamos candidatos que generen pasión, dispuestos a formar equipo y con cintura política para armar coaliciones que les garanticen la victoria y su futura gobernabilidad. Una persona con capacidad comprobada de gestión, sin egocentrismos ni moralismos que no conducen a nada.
Como dijo mi buen amigo Alberto Bernal, o nos unimos o nos hundimos. Sé que para muchos de mis copartidarios en la derecha -y en especial en el uribismo- va a ser difícil extender una mano a los del centro e inclusive a los de izquierda que están arrepentidos.
Pero es momento de comprender la amenaza. Mientras sigamos envueltos en vanidades personales -o simplemente martillando la debacle que es Petro- no llegaremos a ningún Pereira. La izquierda avanza como una aplanadora desplegando sus mentiras y haciendo creer a los ingenuos que Petro les cumplió.
Mi mensaje a todos los candidatos que NO estén parqueados con Petro y el socialismo del siglo XXI en su proyecto de destruir Colombia: es tiempo de unir fuerzas, escoger un caballo ganador y trabajar juntos para derrocar al ‘pichón de dictador’. Llegó la hora de meternos en el barro a pelear contra Petro y sus secuaces.
En contraste con la filosofía de Maturana, si no ganamos perdemos -y ahí sí terminaremos todos en la mierda-.
Los medios de comunicación hoy son multisectoriales, por llamarlos de alguna forma, y son para segmentos más pequeños, pero siempre masivos, incluso los digitales
Las infancias LGBTIQ+ existen y ni son monstruosas ni requieren intervenciones quirúrgicas tempranas o tratamientos irreversibles que afecten sus decisiones como adult@s.
La izquierda le ha dado al país una lección en este proceso electoral que quienes se dicen que actúan en nombre de la decencia deben aprender