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Analistas 21/03/2024

‘Importaculismo’

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Término empleado por la periodista Darcy Quinn para describir la actitud de Nicolás Petro al retractarse de su testimonio en la Fiscalía. Yo diría que aplica a toda la familia Petro, a su gobierno y a todos los que lo rodean y lo defienden. Ellos se pasan el país por donde sabemos.

Ya vimos cómo la Primera Dama y la Vicepresidenta viajan por el mundo despilfarrando el erario, a pesar de que dicen luchar por los más pobres. El primogénito aceptó recibir dineros de narcos para la campaña, dijo que se la robó y su papi nunca se enteró, y ahora dice que él nunca dijo eso. Y Laurita y Benedetti, quienes pelearon por unos maletines con efectivo de dudosa procedencia y los sacaron del gobierno dizque para que no influyeran en las investigaciones, ahora los reencaucharon para manejar la chequera y garantizar el silencio de las rumbas por Europa. Por eso, cuando Petro dice que él no busca una constituyente para quedarse en el poder, poco o nada le creo.

La realidad es que a este gobierno la Constitución y las leyes los tienen sin cuidado. Para ellos, el control político del Congreso no es más que una forma de extorsión por parte de quienes no ceden fácilmente a sus chantajes o prebendas burocráticas. Las investigaciones de las ‘ías’ y las decisiones de las Cortes, son la politización de la justicia y la amenaza del establecimiento político contra la voluntad del pueblo. Y el cuestionamiento de los medios de comunicación, el ataque continuo de las clases dirigentes para frenar su transformación social.

Pero no entiendo a quienes se sorprenden. El presidente es un personaje que por décadas actuó al margen de la ley. Fue parte importante del grupo guerrillero que por mandato de Pablo Escobar, incineró el Palacio de Justicia y puso en jaque al país hasta lograr una Constituyente -la del 91-. Un opositor político que nunca dudó en convocar el desorden social, patrocinar a la primera línea y amedrentar a la sociedad colombiana, como él mismo lo aceptó el viernes pasado en su discurso en Cali.

Un representante de la izquierda castro-chavista, que aprendió que las elecciones democráticas son la fachada para llegar al poder y atornillarse en el mismo. Un manipulador internacional que obtuvo medidas cautelares de sus aliados en la Cidh cuando era alcalde de Bogotá, para no responder por sus actos de corrupción. Un individuo resentido que no agradeció la amnistía y el perdón social que se le brindó, y hoy busca vengarse y conseguir desde el poder lo que no pudo por las armas.

Por eso cuando empresarios, juristas y analistas, dicen estar tranquilos porque la institucionalidad colombiana no va a permitir que Petro convoque a una constituyente, me sorprende que crean que estamos frente a un individuo que respeta las reglas del juego. El aliciente para muchos es que para hacer daño hay que tener capacidad de gestión, y en este gobierno poco les gusta trabajar.

Creo que se equivocan. Petro va a tratar de imponer su voluntad -a las buenas o a las malas- como lo ha hecho toda su vida. Y cuando vea que el pueblo ya no le copia, con sus aliados de siempre -narcos, guerrillos, paracos, corruptos y algunos fanáticos-, buscará incendiar el país, pues saben que tarde o temprano llegará otro ‘Santos-type’ dispuesto a entregárselo todo a través de un nuevo proceso de paz o una constituyente.

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