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Analistas 21/04/2022

El diablo se viste de Prada

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

La llegada de Alfonso Prada a la campaña del Pacto Histórico, es con el propósito de ‘combinar todas las formas de lucha y cumplir con lo acordado en La Habana. Preocupados de que Petro se fuera a quedar para vestir ‘Santos’, decidieron enviar a su mejor alfil- el cerebro del robo del plebiscito por la paz- para implementar la misma estrategia de cinismo, mentiras y desinformación, que logre convencer al electorado que ‘Petro no es lo que él dice que es’. En su paso, sacrificaron a Fajardo y pactaron con el diablo, con tal de imponer su ‘Santísima’ voluntad.

Hagamos memoria. Bajo la dirección de Prada, Santos y los defensores de la paz insistieron una y otra vez que las mentiras provenían de Uribe y del Movimiento por el ‘No’. Juraron que las Farc no llegarían al Congreso hasta no cumplir con lo pactado; que no recibirían beneficios hasta no garantizar un mínimo de verdad, justicia y reparación; que no habría impunidad total, sino penas alternativas; que si seguían delinquiendo, perderían todos los beneficios; que se comprometerían a desmantelar el negocio del narcotráfico entregando laboratorios y rutas; que la JEP no sería un tribunal de impunidad para las Farc o creado para hacer un juicio político a militares, políticos y empresarios; y que si perdían en el plebiscito, el acuerdo se terminaba.
Seis años después, ya sabemos quién mintió.

De los creadores del ‘mejor acuerdo posible’, ‘fue a mis espaldas’ y ‘mi vida es un libro abierto’, ahora llega el ‘perdón social’. Venderán a ‘Gustavo’ como el redentor de los pobres, así vista de Prada y Ferragamo. Insistirán que es respetuoso de la democracia y las instituciones -a pesar de haber sido guerrillero-, pero que jamás alzó un arma, participó de un secuestro o tuvo relación alguna con los narcos que ordenaron la toma del Palacio de Justicia. Defenderán que en su Alcaldía no hubo corrupción, recibió bolsas con dinero o ferió contratos a sus amigos contratistas. Sostendrán que no es chavista de convicción y que no se benefició de los negocios de su cuñado Carlos Gutiérrez, Piedad Córdoba o Alex Saab en Venezuela. Y que el arrepentimiento de sus nuevos mejores amigos -Bolívar, Benedetti, Roy, Samper, las Farc y los hermanos Moreno Rojas- entre otros, merecen su redención.

Firmarán ante notario que cuando habla de democratización no está hablando de expropiación. Cuando dice que Uribe debe ir preso, es respetando las decisiones de la Corte -y a su amigo Iván Cepeda-. Si propone nacionalizar las pensiones no es para usar el ahorro de los cotizantes en burocracia y corrupción, sino para que los pobres - y Francia - se beneficien. Sostendrán que no pretende acabar con el petróleo y la minería -y de paso con las finanzas del Estado -, sino lograr un pacto ambiental para salvar el planeta. Y cuando habla de legalización de la droga, no es para dar amnistía a sus amigotes de la Nueva Marquetalia, Sinaloa y los Soles en Venezuela, sino para lograr que Colombia se convierta en una potencia agroindustrial. Jurará y jurará -con Biblia en mano- que Colombia no terminará como Venezuela.

Pero hablemos claro. Si Petro es Presidente, los grandes responsables de esta divina comedia y que el país termine en el infierno, son los hermanos Enrique y Juan Manuel, artífices de entregarle Colombia a la izquierda radical.

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