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Analistas 11/02/2021

Despertó el dragón

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

La relación entre Estados Unidos y China -simplificada por muchos a la falta de diplomacia y vanidad negociadora del expresidente Donald Trump- no se limita a una guerra comercial producto del capricho del gobernante de turno. En la medida que pasen los meses y se logre ‘destrumpizar’ el ambiente, nos empezaremos a dar cuenta que la amenaza de China es real. Algunas voces autorizadas empiezan a reconocer que la tensión del mundo con China se parece más a la Guerra Fría con la antigua Unión Soviética y no a una simple pataleta por temas de déficit en la balanza comercial, devaluación de la moneda, o protección arancelaria.

El partido comunista chino tiene muy claro que, en un mundo dependiente de la tecnología, susceptible a estrategias de desinformación y compuesto en su mayoría por democracias frágiles altamente polarizadas ideológicamente, ser un régimen totalitario tiene sus ventajas. Su dirigencia es consciente que la Unión Soviética perdió la Guerra Fría en el momento que occidente permeó su cultura y logró seducir a su población con las mieles del capitalismo.

Por eso, el primer orden de batalla es mantener un ‘firewall’ que proteja a China de la amenaza del resto del mundo. Barrera tecnológica que busca no sólo evitar la contaminación mediática y de información proveniente de Occidente, sino asegurarse que otras potencias no tengan acceso a lo que sucede internamente. Para el Pcch, limitar la libertad de prensa y otros derechos individuales es una manera de prevenir el cáncer.

Su segundo objetivo es desarrollar una estrategia de colonización moderna aprovechando la pandemia y las tecnologías de bajo costo. Independiente del veredicto de la Organización Mundial de la Salud sobre cómo y por qué se generó el virus del covid-19, es claro que en el ajedrez geopolítico los chinos van diez jugadas adelante. Utilizaron el virus y el temor de la población mundial para poner en jaque al planeta. Con su mano invisible, intervinieron en el ya muy dividido ambiente político estadounidense para remover a un personaje que les resultaba incómodo y fomentar la desconfianza en las instituciones democráticas, y lo lograron. Están utilizando la vacuna como ‘Caballo de Troya’ para ofrecer asistencialismo humanitario a países en desarrollo con el fin de conquistar África, Latinoamérica y las poblaciones más vulnerables. A lo anterior, le seguirán sumando al despliegue de plataformas informáticas y tecnologías de bajo costo para tener mayor alcance y sembrar su narrativa.

La realidad es que despertó el ‘dragón dormido’ y nadie sabe cómo contenerlo. El reto para la nueva administración del presidente Biden - y para el resto del mundo- es cómo manejar las relaciones diplomáticas con China y frenar su aspiración expansionista. Cómo abordar los temas de contaminación medioambiental; acaparamiento de recursos naturales; genocidio cultural de musulmanes y otras etnias; creación de islas artificiales para ampliar su mar territorial; trabajo sin remuneración -nueva forma de esclavitud moderna-; hackeo y guerras cibernéticas; y otorgamiento de créditos a 50 años como mecanismo para hipotecar a países en desarrollo.

En fin, cómo negociar con esta nueva potencia mundial sin estremecer al mundo y sin que sea demasiado tarde.

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