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Analistas 21/07/2023

El origen de la polarización política

Andrés Felipe Londoño
Asesor en transformación digital legal de servicios financieros

¿Se ha preguntado por qué la polarización política existe y parece no tener solución? A pesar de los hechos incontestables, los argumentos y la evidencia, las personas parecen tener una posición política fija, inmune a la reflexión. Esta misma pregunta se la hizo el economista Thomas Sowell y llegó a interesantes conclusiones que comparto:

Según Sowell, el origen de las luchas políticas se funda en un conflicto de visiones. Una visión es un “acto cognitivo pre-analítico” sobre la percepción de la realidad. Es una corazonada de cómo funciona y debería funcionar el mundo.

Es lo que sentimos antes de que exista un razonamiento sistemático, que dé forma a una teoría que pueda ser falsable a través de evidencia empírica. A partir del análisis de distintos filósofos, economistas, abogados y teóricos sociales, Sowell describe dos visiones principales que chocan en sus valores y consecuencias prácticas.

De un lado, la “visión restringida”, representada por Adam Smith, Friedrich von Hayek, Edmund Burke o Milton Friedman, se basa en la idea de que los seres humanos tenemos serias limitaciones morales y cognitivas inherentes que impiden una toma de decisiones centralizada efectiva.

Se funda en que el conocimiento y las tradiciones se han desarrollado a lo largo del tiempo sin una intención premeditada, conformando instituciones que han superado el paso del tiempo y demostrado autónomamente su éxito, como la economía de mercado, la propiedad privada o el imperio de la ley.

Esta visión valora la prudencia, la precaución y la aceptación de los límites del conocimiento humano y desconfía del poder político como mecanismo para transformar estructuralmente la sociedad sin causar daños profundos al tejido institucional.

Los partidarios de esta visión tienden a ser escépticos respecto a los intentos de reorganizar la sociedad según un plan racional y prefieren soluciones localizadas que se adapten a circunstancias particulares.

Las implicaciones de esta visión desembocan en: (i) la consideración de los incentivos sobre la persecución de resultados específicos, (ii) la limitación del poder y la descentralización de las decisiones económicas, (iii) el énfasis en lo procedimental sobre la búsqueda de ideales sustantivos, (iv) la observación de los dilemas (tradeoffs) inevitables versus las soluciones definitivas y (v) el juicio de las decisiones centrado en los resultados y no en las intenciones.

Por otro lado, la “visión no restringida”, representada por William Goldwin, Jean Jacques Rousseau, Ronald Dworkin o Vladimir Lenin, parte del supuesto de que los seres humanos son inherentemente perfectibles y que los problemas sociales deben resolverse a través de la razón y la planificación centralizada.

Se funda en la capacidad e idoneidad moral de los expertos y líderes para identificar y resolver los problemas sociales a través de decisiones holísticas diseñadas para cambiar estructuralmente la sociedad.

Esta visión conduce a: (i) la intención como el eje de la virtud de una decisión, (ii) la fe en la razón articulada sobre la experiencia social desarticulada, (iii) la centralización del poder en una élite intelectual capaz de conducir a la humanidad hacia su mejoramiento, (iv) la prevalencia de nociones sustantivas de justicia y derechos sobre nociones procedimentales y (v) la búsqueda de resultados moralmente deseables sin consideración de sus costos procedimentales o los incentivos sembrados.

En Colombia, el conflicto de visiones está más vivo que nunca.

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