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En Colombia es frecuente hablar excesivamente del pasado y “sobre-diagnosticar” el presente. Si bien, es relevante la referencia a la historia, así como analizar a fondo un problema, considero que tenemos que dialogar más eficazmente sobre el futuro de la educación, generando mayores perspectivas de soluciones que abundar en radiografías. Requerimos más ideas innovadoras con otros y menos quejas paralizadoras contra otros, más acciones realistas que teorías románticas y más flexibilidad legal para la evolución del sistema educativo en vez de luchas para preservar el status quo.
Recientemente he leído algunas opiniones sobre la educación en el país. Lamentablemente, columnistas o representantes de ciertas organizaciones tienen una actitud común: crítica del pasado, insatisfacción con el presente y pesimismo con el futuro. Es enriquecedor que se planteen posturas diversas, pero es sensato reconocer unidos el compromiso de las autoridades educativas y profesores que durante muchos años han forjado un país, desde la pedagogía, con los recursos de cada época. Ministros, secretarios de Educación, rectores y maestros que, por décadas, han aportado al logro colectivo de aumentar los niveles de calidad educativa y una cobertura casi universal.
Junto a ello es indispensable mirar al futuro y avanzar mucho más en calidad y reforzar la equidad, así como la integralidad de la formación de niños y adolescentes, cuyos resultados últimos no dependen sólo de profesores sino de sus familias y la sociedad en su conjunto. Para ello necesitamos mayor flexibilidad jurídica para que evolucione más rápido la educación del país. Será tema de posteriores columnas.
En días pasados nos alegró la noticia de tres estudiantes que obtuvieron resultado perfecto en las pruebas Saber 11° (Icfes), 500/500. Andrea, Alejandro y Luis en sus conocimientos de Ciencias Sociales, Matemáticas, Lenguaje, Ciencias Naturales e Inglés. Algo para destacar es que Alejandro estudió en una institución educativa oficial; esto a pesar de la conocida realidad de que pocos colegios públicos -por múltiples y comprensibles razones- figuran en los mejores puestos en los rankings. Es probable que Alejandro tuviera excelentes maestros y, con toda seguridad, tiene un fuerte espíritu de superación e iniciativa propia, como muestra el haberse suscrito a un canal de YouTube para conseguir una rutina más intensa de estudio. Ahora es necesario visualizar el paso siguiente: jóvenes como los tres mencionados -y muchísimos más que vencen a diario la pereza para progresar- deben tener las puertas abiertas en la Educación Superior. Gobierno, Universidades, Fundaciones y Empresas- han de concurrir para brindar fácilmente becas reconociendo el mérito académico y estimulando su imitación, a fin de propiciar la movilidad social con la educación.
Unido a lo anterior, este tipo de noticias también debe remover nuevamente la reflexión respecto a todas las dimensiones del ser humano que, siendo difíciles de evaluar en una prueba estandarizada, deben estar presentes en la educación para garantizar éxito laboral y sólida construcción de un proyecto de vida: comunicación, empatía, trabajo en equipo, liderazgo, solidaridad y resiliencia, entre otros. A esa integralidad debemos apuntar todos como propósito común.