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Analistas 27/02/2021

Se busca héroe

Alfonso Aza Jácome
Profesor de Inalde Business School
Analista LR
La República Más

Me gustan las películas en las que una persona normal se convierte en un héroe. Una de mis favoritas es La lista de Schindler (1993). La película cuenta la historia de Oskar Schindler, un empresario austríaco y miembro del partido nazi que salvó la vida de aproximadamente 1.200 judíos durante el Holocausto, empleándolos en sus fábricas de menaje y armamento. Aunque en un principio los contrataba por razones económicas, después comenzó a emplear judíos, aunque no los necesitaba, con el único fin de salvar esas vidas. Llegó, incluso, a consumir toda su fortuna sobornando a oficiales nazis con regalos cada vez más costosos, buscando conseguir nuevos trabajadores para judíos sus fábricas.

En la escena final, Oskar debe huir ante el inminente avance del Ejército Rojo. Durante la despedida los trabajadores le entregan en agradecimiento una carta y un anillo de oro con una inscripción del Talmud: “quien salva una vida, salva al mundo entero”. En ese momento, Oskar se da cuenta de la magnitud de todo lo que ha sucedido, y apesadumbrado por la tragedia, se quiebra en llanto y se cuestiona a sí mismo pues cree que, tal vez, no hizo lo suficiente…

Los héroes surgen de la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Son hombres y mujeres dispuestos a renunciar a su comodidad y hacer más de lo debido, a excederse. Es, precisamente, su generosidad y su capacidad de sacrificio lo que les caracteriza. Aceptan el riesgo y, aunque solo sea por eso, su comportamiento ya es meritorio. Son sus gestas las que nos estimulan a hacer más, porque para ellos la indiferencia o la pasividad no es una respuesta. Pero, no son locos inconscientes que asumen las situaciones difíciles de manera temeraria; saben que pueden fracasar y perderlo todo.

Hoy, en medio de esta pandemia que ha llenado todo de incertidumbre y miedo, estamos en una época de individuos encerrados en sí mismos, preocupados de su propio bienestar y, por tanto, alérgicos a cualquier sacrificio. Por eso, necesitamos el testimonio de héroes cotidianos, originales, creativos: personas capaces de ver posibilidades más allá de la situación que nos toca vivir. Capaces de ver oportunidades más allá de los problemas. Capaces de no dejarse llevar por el conformismo, por la conveniencia, por el miedo al qué dirán, por la rutina o porque siempre se ha hecho así. Héroes capaces de reaccionar frente al mal con inmensas dosis de optimismo.

Son tiempos que requieren de un nuevo tipo de heroísmo que, en la inmensa mayoría de los casos, será anónimo, cargado de idealismo, patriotismo y espíritu de lucha. Un heroísmo que lidere la renovación que necesita esta sociedad rota por el desempleo y la crisis económica. Un liderazgo que nos conduzca por los caminos de la reconstrucción, comenzando con urgencia por la creación de empleo. Por eso, lo más probable es que este nuevo liderazgo deba ser ejercido por toda una nueva generación de empresarios y directivos que nos saque de la mediocridad y el inmovilismo que nos mantiene postrados.

Necesitamos héroes, no sólo porque nos recuerdan qué somos, sino también porque, como Oskar Schindler, se cuestionan si han hecho lo suficiente y nos recuerdan que son personas normales y corrientes llamadas a hacer algo grande, a transformar la sociedad en la que viven. Llamados a sacar adelante las vidas de miles de compatriotas atrapados por el desempleo.

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