MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
En San Cristóbal, donde próximamente habrá un nuevo TransMiCable, ya se escucha un nuevo ritmo: no es el de los buses andando entre callejones ni el de los pasos de la vida cotidiana, apurados por el tiempo que les falta para llegar a donde van. Es el pulso de un proyecto que avanza, literalmente, a toda máquina. Recientemente fue instalado el motor que pondrá en marcha el TransMiCable de esta localidad, una obra que representa mucho más que un sistema de transporte: es un símbolo de movilidad limpia, oportunidades y conexión con la ciudad.
La instalación del motor marca un hito en la construcción del segundo TransMiCable de Bogotá. Este componente es el corazón del sistema, el que hará posible que las cabinas se desplacen de manera continua, segura y silenciosa a lo largo de sus casi tres kilómetros de recorrido. Pero más allá de su papel técnico, representa el momento en que un proyecto se convierte en realidad tangible. Las torres ya están de pie, las estaciones toman forma y, con este paso, San Cristóbal está un poco más cerca de ver el cable en funcionamiento.
Pero hay un aspecto que no puede pasar desapercibido: este es un motor que no contamina. A diferencia de otros sistemas de transporte urbano, el TransMiCable funciona con energía eléctrica y no produce emisiones locales. De hecho, la revista The Next Level of Mobility, una de las publicaciones más importantes en el campo del transporte por cable, lo señala claramente: “El teleférico es un medio de transporte respetuoso con el medio ambiente. No produce emisiones locales gracias a su accionamiento eléctrico. El uso de energías renovables permite que incluso su funcionamiento sea totalmente neutro en cuanto a emisiones de CO2”.
Esto convierte al TransMiCable en una pieza clave de la apuesta por una Bogotá más sostenible. Mientras el mundo busca formas más limpias y eficientes de mover a las personas, proyectos como este demuestran que es posible combinar innovación tecnológica con responsabilidad ambiental, incluso en territorios históricamente excluidos de las grandes transformaciones urbanas.
Además de ser un medio de transporte limpio, el teleférico también es eficiente. Tiene un bajo impacto urbanístico, requiere poco espacio para su construcción y puede ejecutarse en tiempos relativamente cortos, como lo demuestra el avance de las obras en San Cristóbal: en poco más de año y medio de obra, hoy ya supera 75%.
La instalación del motor es también un mensaje potente para la comunidad. Cada pieza montada, cada cable tensado, cada cabina que pronto surcará el cielo, es una promesa de inclusión y movilidad digna. San Cristóbal se prepara para recibir su TransMiCable. Ya tiene su motor, ahora comienza la cuenta regresiva para que las cabinas se eleven y, con ellas, también lo haga el orgullo de toda una localidad.