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Analistas 02/02/2023

Perspectivas crediticias 2023

Alejandro Vera Sandoval
Vicepresidente técnico de Asobancaria

El año 2023 será la conclusión de un amplio ciclo económico que arrancó con los efectos negativos de los confinamientos derivados de la Pandemia y abarcó la posterior fuerte recuperación y la transición hacia años con crecimientos mucho más moderados (1%-4%).

En ese contexto, la inflación sigue siendo el reto más desafiante de política económica. La combinación del boom de consumo reciente, las disrupciones en las cadenas de suministro y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania generaron presión al alza en los precios, llevando a una mayor rapidez en los procesos de normalización monetaria de los bancos centrales más influyentes durante 2022.

Nuestro país no fue ajeno a este fenómeno. Por eso, el Banco de la República ha llevado a cabo una política monetaria restrictiva en el último año para enfrentar la inflación. Precisamente, el incremento de las tasas de interés, la desaceleración en el crecimiento del PIB de 7,8% real en 2022 a cerca de 1%-1,5% en 2023 y la mayor incertidumbre en los hogares y las empresas condicionarán la irrigación de crédito durante este año. Pese a que en 2022 se evidenciaron crecimientos del crédito bancario cercanos a 3,5% real anual, para este 2023 se estima una menor expansión del crédito, alcanzando 2,1%, cifra que luce alejada del promedio de los últimos 10 años (6,6%).

Para el caso de las empresas, la cartera comercial que es la de mayor representatividad dentro de la cartera total, sería la que jalonaría en mayor medida la desaceleración del crédito este año. Una dinámica productiva menos favorable enmarcada en bajos desempeños de la inversión y menores exportaciones e importaciones generaría un inferior ritmo de demanda de crédito de las unidades productivas del país, pasando de crecimientos reales anuales de 3% en 2022 a reducirse hacia 2,2% en 2023. La cartera de microcrédito, más sensible al ciclo económico, crecería 1,7% frente a 2,2% de cierre de 2022.

Los hogares, por su parte, continuarán con la senda decreciente que se observó desde mediados de 2022 y, para el caso de la cartera de consumo, esta crecería un 2,3% real en 2023 (vs. 5,4% de un año atrás). La dinámica menos favorable para el consumo de los hogares dada las presiones inflacionarias, el posible deterioro del mercado laboral y unas expectativas de menor flujo de remesas por cuenta del debilitamiento de la economía global marcarían la desaceleración de esta modalidad crediticia. Finalmente, la cartera de vivienda evidenciaría crecimientos de apenas 1,1% en 2023 frente a 1,5% en 2022, en un entorno de mayores tasas de interés y mayor desistimiento de las preventas.

Este escenario derivará en indicadores de profundización financiera en niveles cercanos a 46,8% del PIB en 2022 y 47,1% en 2023, cifra inferior al potencial de crédito del país (65% del PIB), según algunos estudios técnicos, y que refleja uno de los grandes retos del sector y la política pública nacional.

Por ello, el gran desafío para este 2023 y los años venideros será lograr al mismo tiempo que, por un lado, se mantenga la irrigación de crédito aplicando una correcta gestión de riesgos y adoptando las mejores prácticas internacionales aun en escenarios inciertos y, por otro, que el sector y el Gobierno nacional puedan trabajar articuladamente en políticas que permitan el avance de la inclusión financiera y crediticia de las poblaciones y sectores subatendidos.

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