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Analistas 22/06/2022

Sin miedo: ¡todo es para bien!

Alejandro Moreno Salamanca
Director general Inalde Business School

Estos días son días de especial incertidumbre. Las recientes elecciones han dejado descolocados a muchos. Algunos están contentos pues su alternativa por fin dirigirá el país y otros sienten dolor, incluso miedo, pues por primera vez, la izquierda gobernará en Colombia. Mas allá de la posición de cada uno, estimo conveniente reflexionar acerca del miedo y el futuro.

El miedo hace parte del instinto de conservación, está al servicio de la vida. Es de agradecer que, ante un peligro, nuestros instintos nos hacen huir. También es maravilloso que, como seres humanos, somos capaces de emprender tareas arduas y exigentes o, por ejemplo, invertir nuestro patrimonio, poniéndolo a riesgo, con la esperanza de que nuestra idea empresarial será un éxito. Tanto para evitar el peligro, como para encarar tareas exigentes, el apetito irascible nos permite gobernar el miedo y encontrar la manera prudente de actuar y de llevarlas a cabo con fortaleza.

Tener miedo es importante para vivir una vida armónica. Es reflejo de que se valora como bueno lo que se posee. Sin embargo, dejarse dominar irracionalmente por el miedo nos puede llevar a la inacción absoluta o a tomar malas decisiones que al final acaban perjudicándonos más que la misma circunstancia que nos produce temor.

Desafortunadamente, a veces llegamos a pensar que todo lo bueno que pasa en nuestras vidas es consecuencia del buen uso de nuestra inteligencia o de la pericia que tenemos para encarar el futuro. Llegamos a pensar que somos exitosos, exclusivamente por nuestra habilidad para tomar decisiones y por nuestra capacidad de gestión. De fondo, cuando se llega a pensar que es nuestra inteligencia, exclusivamente, la que nos permite conseguir que nos pasen solo cosas buenas, subyace un gran peligro en el ser humano. Incluso, podemos olvidar que la vida misma es un don. El tiempo que nos corresponde vivir es el presente, en inglés: “the present”, ese regalo misterioso e inmerecido.

Es en el presente cuando podemos construir nuestros sueños. El pasado es lo que llevamos en la mochila de nuestras vidas, lo bueno y lo malo. El futuro es siempre incierto. A veces nos resulta, objetivamente, más complejo imaginar el futuro como algo bueno. Pero es la experiencia de la vida la que nos muestra que una vez superamos las adversidades, comenzamos a entenderlas.

Todos seguramente hemos experimentado situaciones que no entendemos, que nos superan, ante las cuales no encontramos explicación posible. Por ejemplo, la pérdida de un ser querido, un negocio importante que no se cierra, la pérdida de un embarazo anhelado, la enfermedad prolongada y dolorosa. Es natural que la adversidad nos genere temor, incomodidad o rechazo. Pero, la mayor fuente de realización en la vida nace cuando somos capaces de encarar la adversidad con humildad y gallardía. Paradójicamente, el ser humano se realiza superando metas y materializando retos.

Quien supera la adversidad ve el futuro con optimismo y esperanza y aquí y ahora trabaja de manera decidida para lograr materializar sus sueños. La mayoría de las personas que han superado importantes adversidades afirman no querer devolver el tiempo, pues se dan cuenta que esa prueba en realidad los ha convertido en mejores personas y saben que lo que les sucedió fue para su propio bien.

Vale la pena tener presente que es poco lo que esta en nuestro control y, más bien, vivir con la libertad que produce la certeza de saber que ¡todo es para bien! El futuro, aunque incierto, es consecuencia de nuestra actitud frente a la adversidad y de las decisiones que tomamos en el presente. Cuando se vive con este convencimiento, ¡sin miedo!, es más fácil encarar el exigente futuro, aceptar lo que no se entiende y caminar con optimismo y esperanza respecto al futuro. Quienes tenemos fe incluso podemos afirmar: ¡Dios sabe más!

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