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Analistas 25/05/2013

En defensa de las integraciones realistas

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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El 28 de Abril del 2011, el hoy expresidente Alan García le presentó al mundo la “declaración de Lima” con la cual se gestó la hoy famosa Alianza del Pacífico. Durante el lanzamiento de este importante grupo económico, el expresidente García dijo lo siguiente: “nuestros cuatro países, y en el futuro próximo Panamá, representamos 200 millones de habitantes...Nuestros países expresan el 55% de las exportaciones latinoamericanas...Esta no es una integración romántica, una integración poética, es una integración realista ante el mundo y hacia el mundo”. 

 
¡Que afortunada frase ésta que nos dejó el expresidente Alan García! A diferencia del Alba, y en cierta forma del Mercosur, la Alianza del Pacífico es un grupo serio, basado en la implementación de políticas económicas y arancelarias serias, con el objetivo de optimizar el crecimiento económico y el bienestar social de los países envueltos. El Alba, en cambio, es un grupo “económico” que no tiene norte diferente al de organizar reuniones periódicas en lugares “chéveres” con el objetivo de despotricar de Washington y, si las circunstancias lo permiten, sentarse a oír canciones revolucionarias de Silvio Rodríguez. Me imagino que muchos de los líderes que participan en esta payasada de reuniones se emocionan inmensamente y lloran al oír, por ejemplo, “bajo el arca del sol, la lucha armada”.
 
La Alianza del Pacífico es un grupo económico que aglomerará un área de 5.144.603 kilómetros cuadrados (3,3% del total del área terrestre mundial) y que incluirá a 212 millones de potenciales consumidores. Su economía combinada (contabilizando solo los cuatro países iniciales) valdrá US$2,17 billones, lo que equivale a casi un 3% del PIB mundial. El objetivo principal del grupo, como argumentaba antes, será el de liberalizar aún más todas las prácticas de comercio e inversión, para lograr mayores niveles de crecimiento económico en el futuro. En un principio, una vez entre en vigencia el grupo económico, los países se comprometerán a desgravar los aranceles en el 90% de los productos y servicios, con la condición de desgravar el 10% restante en un plazo perentorio.  
 
En comparación, la farsa del Alba decidió hace ya varios años gestar la creación del famoso Banco del Sur e implementar el uso de la moneda virtual de las Américas, el “famosísimo” Sucre, para de esa forma lograr que el comercio entre las naciones no se manejara en dólares americanos. Invito al lector a que averigüe como va el proceso de implementación de ese par de ideas. Sospechará el lector que si en Venezuela no hay ni pollo ni papel higiénico, debe haber poco recurso cesante como para capitalizar un banco de beneficencia. Y sospechará el lector que los países que le venden hoy en día productos a Venezuela, como conocen del limitante extremo de flujo de caja del que sufre ese país, muy seguramente exigen pago en dólares y por adelantado y no aceptan pago en “Sucres” u otras “monedas románticas” soñadas por el fallecido Hugo Chávez.    
 
A diferencia del Alba, la Alianza del Pacífico le exige a sus miembros que apliquen y respeten todos los postulados del estado de derecho; le exige a sus miembros que respeten el libre mercado y la propiedad privada; le exige a sus miembros que accedan al libre paso de los ciudadanos por los diferentes países; busca que unan sus respectivas bolsas de valores bajo la figura del Mila; y busca la armonización de las políticas arancelarias y de inversión extranjera en los países miembros.
 
Acá no debe haber mucha incertidumbre sobre lo que el futuro nos deparará. Dentro de 15 años, cuando, Dios mediante, podamos revisar lo que habíamos dicho en el pasado, podremos ver si tuvimos razón en la siguiente proyección: Los países miembros de la Alianza del Pacífico serán naciones pujantes con sociedades más justas y más pudientes. En cambio, los países miembros del Alba serán naciones que seguirán sumidas en la mediocridad económica, social y política, la misma que hoy los caracteriza. Seamos sinceros: cuando la mayor preocupación de un Ministro de Comercio es cómo lograr acelerar la importación de papel higiénico al país...
 

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