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Analistas 19/06/2016

De enemigos de la paz y otras minucias

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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Hace unos días me imaginaba cómo me iría en una entrevista sobre el proceso de paz. Es claro que hay gente mucho más idónea en Colombia y el mundo para contestar todo lo que tiene que ver con el proceso de La Habana, razón por la cual, pienso yo, nunca me han invitado a hablar sobre estos temas. Pero igual les presento mi visión sobre como pienso que me iría en el ejercicio, pues creo le puede interesar a algunos. 

Emisora: Buenos días, señor Bernal. Vamos al grano: ¿por qué usted no está montado en el tren de la paz?

Bernal: Me parece injusta la pregunta. Todos queremos paz, lo que pasa es que este proceso no traerá paz. Será como algunos de los procesos en Centro América, que han traído de todo menos paz. No hay posible paz en un país que se niega a castigar a sus criminales. 

Emisora: Suena muy uribista usted. 

Bernal: No soy uribista, lo que pasa es que Álvaro Uribe es bernalista. Uribe es el megáfono que tenemos los millones de colombianos de bien que cumplimos las reglas y a quienes nos molesta de sobremanera ver cómo los malos siempre terminan ganando en Colombia. 

Emisora: ¿A qué país le gustaría que Colombia se pareciera? 

Bernal: A Singapur, porque ese país sí castiga a sus criminales. 

Emisora: Pero Singapur es un país que muchos catalogan como cuasi-dictadura. 

Bernal: Me molesta mucho que el gobierno de Singapur se meta en la vida privada de la gente. Soy libertario por convicción. Creo en la total independencia de la gente para hacer lo que le venga en gana con su vida privada. Ahora, envidio el nivel de paz que tiene Singapur, y soy lo suficientemente inteligente para entender que sin mano dura no hay respeto a la ley.

Emisora: ¿Usted cree que Santos es castrochavista?

Bernal: No. Lo que sí creo es que Santos no tendrá ningún problema en dejarle abierto a las Farc el camino necesario para llegar al poder, si ese es el costó de lograr “la firmita”. Permítame le pregunto: ¿qué va a pasar con la plata de las Farc? 

Emisora: Ni idea, pero, ¿eso qué tiene que ver? 

Bernal: Yo tampoco tengo idea sobre qué va a pasar con esa plata. Y ahí el meollo del asunto. ¿Ustedes de verdad creen que las Farc no tienen plata para comprar el poder? El presidente Santos es un apostador. Pienso que la apuesta de Santos es que aún con plata, las Farc desaparecerán de la política en 10 años. ¿Usted cree que esa es una apuesta razonable? 

Emisora: Eso es imposible de decir. 

Bernal: Exacto, y ahí el verdadero problema de este proceso.

Emisora: Entonces, ¿qué propone?, ¿más guerra?

Bernal: Más guerra no, más autoridad y más castigo. Solo 10% de las muertes violentas en Colombia dependen de las Farc y el ELN. El resto se debe a la completa inexistencia de justicia en nuestro país. Le repito, un país que no castiga a sus criminales, no tiene futuro. Porque un país que no castiga a sus criminales es un país que no tiene moral. Y un país sin moral es incapaz de distinguir entre el bien y el mal. 

Emisora: Me dicen que usted es economista. ¿La paz no traerá más crecimiento económico? 

Bernal: No. En el contexto actual la paz es un costo, no una inversión. Me explico: 90% del PIB se produce en lugares NO afectados por el terrorismo. El mayor beneficiado de “la paz” debería ser la agroindustria. Ahora, ¿cómo será el Incoder del posconflicto? ¿Más, o menos capitalista de lo que es hoy? El único futuro viable del campo colombiano es el latifundio. Y de eso se verá poco si las Farc han de tener algo que decir sobre la política agraria en el futuro. 

Emisora: Usted es la definición del “enemigo de la paz”, diría Roy Barreras. 

Bernal: Roy no ha pensado la cosa económica. “La paz” es un costo, no una inversión. Le regalo un ejemplo de inversión: inversión sería, por ejemplo, desmantelar completamente la sinvergüencería que es Fecode y pedirle al gobierno de Finlandia que venga a arreglarnos el sistema educativo. 

Emisora: ¡Qué poca diplomacia! 

Bernal: Gracias, nada más valioso en esta vida que las convicciones...

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