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Analistas 19/06/2021

Vehículos con insumos reciclados

Adriana Gutiérrez Ramírez
Gerente de Bloom Ecoworking
Adriana-Gutiérrez-Ramírez

Hablar de sostenibilidad en un vehículo no es solo pensar en la batería, en las emisiones y su desempeño posventa. La industria automotriz no es ajena a las preocupaciones medioambientales que vienen creciendo y las metas que las Naciones Unidas han trazado para 2030. Grandes y reconocidas marcas ya no solo están lanzando al mercado vehículos eléctricos o híbridos, también están diseñando sus vehículos con materiales reciclados y reciclables. Además, trazando la sostenibilidad a lo largo de toda su cadena.

Si tenemos claro que un producto eco amigable no hace a una marca sostenible, entenderemos por qué no solo se trata de adquirir un auto eléctrico, sino de uno que durante su producción haya disminuido al máximo su impacto ambiental y que incluso al final de su ciclo de vida útil pueda cobrar vida en otras industrias a partir del reciclaje de sus partes.

Pero realmente es un proceso que va mucho más allá del último eslabón de la cadena. Lograr que su concepción sostenible sea trazable a toda la cadena productiva es uno de los aspectos más valorados por el consumidor consciente y uno de los principales retos para las marcas y sus procesos de comercialización. Sin embargo, no solo esto basta. La sostenibilidad de un auto comienza mucho antes de la elaboración del mismo. Insumos que ya cumplieron su ciclo de vida en otros vehículos o elementos que ya son “chatarra” en otras industrias pueden extender su ciclo en la elaboración de un vehículo nuevo.

Sin embargo, no solo basta con insumos reciclados y reciclables, con baterías de alto desempeño y bajas emisiones. Los procesos productivos suponen una serie de valores sociales que hacen que la marca tenga fuerza e identidad. Buenas prácticas sociales en las que se respeten las personas que participan en su producción, el trato digno, justo, la igualdad de edad y género son detalles que suman a la concepción de sostenibilidad no solo del producto sino de la marca. Ya contando con un vehículo que cumple con las condiciones mencionadas y que lo hacen perfilar cómo “sostenible”, se debe seguir un proceso que como mencioné es trazable a toda la organización y que nace del core de la misma. Una ruta que luego de terminado el producto continúa en manos de los procesos de marketing y comercialización.

Toda esta aventura comienza desde la orientación del mercado, enseñarles a los públicos a consumir el producto, a tener unas buenas prácticas de conducción que aporten al medio ambiente pero también a la sociedad.

Complementar con buenas prácticas ambientales en las oficinas administrativas y vitrinas de venta y un acompañamiento posventa cargado de valores e información útil son pequeños detalles que a lo largo de la cadena comunican u mensaje mucho más sólido que simplemente hablar de un vehículo eco amigable.

Que el consumidor entienda que una vez su vehículo finalice su ciclo de vida útil sus partes podrán ser aprovechados en la elaboración de uno nuevo, en insumos de vivienda, de botellas de vidrio, de asfalto, de trajes de neopreno, entre otras…muestra que se trata de un modelo económico perfecto, un modelo circular.

No es una utopía, marcas lujosas ya vienen trabajando de esta manera y en nuestro país muchas organizaciones de diferentes industrias ya están empezando a sintonizarse igual.

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