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Analistas 02/06/2022

Importa un chorizo la sostenibilidad

Adriana Gutiérrez Ramírez
Gerente de Bloom Ecoworking
Adriana-Gutiérrez-Ramírez

De mis 18 años como emprendedora, siete de ellos los he dedicado a dos proyectos de sostenibilidad, he asesorado algunos en empresas y dictado varias charlas a universidades sobre este tema que tanto me apasiona. No soy ambientalista ni economista ni socióloga, pero sí una comunicadora que se relaciona todos los días con la sostenibilidad y que ha entendido porqué a muchos hoy en día nos importa un chorizo el cambio climático.

Asesorar y emprender proyectos de sostenibilidad en nuestro país ha sido todo un reto, principalmente porque me he dado cuenta de que de mi generación para atrás crecimos con un mensaje muy negativo sobre el tema. Por lo tanto, nos negamos a la existencia de un problema que no hay cómo evitar y que merece actuar ya.

La manera en que los gobiernos y organizaciones nos han venido vendiendo la necesidad de un cambio en este sentido ha sido a punta de terror, cerros de basura, especies animales y vegetales muertos, comunidades extintas y seres humanos quemados y destruidos. Como sociedad tenemos una visión futurista bastante apocalíptica, desalentadora y distópica que nos ha saturado de miedo y éste a su vez ha generado en nosotros un gran negacionismo frente a la problemática.

Como decían las abuelas “se nos llenó la copa” de tanta oscuridad y ya no aguantamos un comercial, una noticia o un post de un muerto más a causa de un huracán, un incendio forestal, una inundación o todo aquello que destruye al planeta y la sociedad. Es urgente invertir la ecuación de la manera como comunicamos la problemática, es decir, de la necesidad de difundir mensajes cada vez más positivos o utópicos en lugar de los ya trillados e inútiles apocalípticos, que nos tienen paralizados, llenos de miedo y negando una realidad que no podemos evitar.

La autora del libro ‘El lado izquierdo de la oscuridad’ Úrsula K. Le Guin expresa que nos acostumbramos a ver el futuro con miedo, destrucción y a aceptar un final inevitablemente terrorífico. Esto se ve reflejado en la literatura, los video juegos, las películas y claro está en las noticias. Un panorama presente además en la mayoría de programas que “promueven” él cambio social para sostener el planeta.

Para revertir un poco esta funesta práctica en el plano del mercadeo de sostenibilidad, ponemos de manifiesto cómo poco antes de que el hombre viajara a la luna Stanley Kubrick llevó a la ciencia ficción, producto de la imaginación, lo que posteriormente sería motivo de inspiración y fuente de consulta para planear el viaje que tendría lugar un año después de lanzado el film.

El director invitó a un grupo de diseñadores de la Nasa a que soñaran con un viaje a la luna (sin precedentes) para producir un filme futurista, de corte utópico, que se llamaría: 2001 Odisea del espacio.

Kubrick accedió a ideas de todo tipo, sin restricciones ni limites mentales, pues él quería comunicar a través de su contenido futurista que se valía soñar con lo “imposible”… y así fue… una increíble producción cinematográfica sin antecedentes, que poco después se convirtió en fuente de inspiración. Esto nos demuestra que los mensajes utópicos tienen el poder de transformar de manera mucho más asertiva y hacer más tangible el cambio que buscamos como sociedad.

Que la utopía sea el vehículo en adelante para soñar con un planeta y una sociedad mejor y sostenida.

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