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LABORAL

La IA no reemplaza liderazgo, lo deja en evidencia

viernes, 24 de octubre de 2025

La inteligencia artificial no es magia ni amenaza para los buenos líderes, es una ventaja competitiva para quienes sepan usarla bien. Liderar con IA no significa volverse técnico, significa seguir siendo humano.

Juan Fernando Jaramillo Palacio

Mucho se habla de la inteligencia artificial (IA) como si fuera el asteroide de la película de Bruce Willis “Armageddon” (1998), el cual viene directo a destruir millones de empleos a todo nivel, incluyendo la posibilidad de reemplazar la Alta Gerencia de las compañías. Sin duda alguna la IA llegó para quedarse, en todo y para todo, no tiene límites en la infinidad de aplicaciones que nos podamos imaginar, a diferentes escalas, con diferentes grados de especialización. Yo mismo, al asumir el reto de escribir este artículo, hice lo que cualquier aprendiz de columnista que se respete haría hoy: consulté a la IA. Sería ilógico escribir sobre el tema sin usarla, y aunque no voy a negar que al principio me sentí haciéndole “trampa al solitario”, darle a la IA mis propios criterios y el direccionamiento a donde quería llegar, me ayudó a conectar ideas y acelerar el análisis que, para mi estructura mental de redacción, hubiera tomado semanas escribir este artículo.

Al realizar este ejercicio muy enriquecedor por demás, sobre la mezcla entre criterio propio y ayudas externas, pude deducir que la inteligencia artificial es rápida, eficiente y cada día más impresionante, pero definitivamente no sabe liderar; no entiende del timing de las organizaciones, de su cultura, de las motivaciones e incentivos por las que se mueven los diferentes actores que intervienen (stakeholders), no tiene la varita mágica para establecer las prioridades cambiantes, ni las tensiones políticas internas que se presentan en el día a día. Puede procesar más datos de los que cualquier comité ejecutivo podría leer en una década, pero no entiende por qué esos datos importan en el contexto de una organización real.

Ahora bien, en este momento de la discusión podemos afirmar que hay tres cosas que la IA no puede hacer y los líderes sí: i) La IA no reemplaza el criterio ejecutivo, puede darte escenarios, estimaciones y alternativas, pero no conoce las consecuencias políticas ni estratégicas de una decisión; no siente el peso de firmar un P&L ni de reorganizar un equipo; la IA propone, el liderazgo dispone. ii) La IA no entiende comportamiento humano, puedes pedirle que modele cultura organizacional, pero la cultura no se escribe: se vive. Ningún algoritmo maneja tensiones de poder, egos o confianza interna; eso se llama liderazgo, no cálculo, y iii) La IA no tiene malicia indígena, aquí lo llamamos “olfato”, “picardía” o simplemente “calle”. La IA no ve riesgos escondidos en un contrato, no identifica un cliente que promete mucho pero que no va a pagar, ni detecta cuando un competidor prepara un golpe silencioso. Esa lectura fina del contexto sigue siendo humana.

Entonces, qué camino debemos tomar los líderes hoy en día, creer que la IA va a resolvernos los problemas, o entender que la IA no dirige equipos: los potencia. No gana quien usa IA, gana quien sabe qué hacer con ella. La diferencia está en la responsabilidad, la tecnología no reemplaza decisiones difíciles, solo las acelera. Un mal gerente ahora podrá equivocarse más rápido.

Hablar de IA sin acción es perder tiempo. Cualquier gerente que esté convencido de esta nueva ola, debería estar haciendo hoy acciones concretas en esa dirección, no solo hablar de IA, sino entrenar a sus equipos para trabajar con ella; usar la IA para decidir con datos, no para justificar su intuición; no se trata de volverse experto técnico en modelos de lenguaje, se trata de ser estratégicamente competente: diseñar decisiones mejores y más rápidas que la competencia. Ese es el juego.

Pero ojo! debemos tener mucho cuidado, como dice el hombre araña, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad", el verdadero peligro de la IA no es que piense sola, es que piense mal entrenada. Si le damos datos incompletos, sesgados o directamente erróneos, como pasa frecuentemente en las organizaciones, vamos a tomar decisiones confiadas y equivocadas. No hay nada más peligroso que un “insight” mal construido con apariencia de precisión científica.

La IA no es magia ni amenaza existencial para los buenos líderes, es una ventaja competitiva para quienes sepan usarla bien. Liderar con IA no significa volverse técnico, significa seguir siendo humano, pero ahora con ayuda. Porque la pregunta no es si la IA va a reemplazar gerentes, la verdadera pregunta es: ¿qué líderes están dispuestos a evolucionar para seguir siendo relevantes?

Yo ya lo estoy haciendo. Y sí, este artículo lo escribí con ayuda de IA, pero también con criterio, reflexión y responsabilidad. Porque la tecnología potencia, pero no reemplaza dirección.

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