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Cuando golpea una crisis económica, la respuesta normal de una compañía es seguir haciendo lo mismo, pero más rápido y con menos gente.
Hasta cierto grado esto es positivo, puesto que obliga a la firma a volverse más eficiente. Pero en una crisis prolongada como la que estamos experimentando, las compañías eventualmente se quedan sin cosas que modernizar.
Es ahí cuando las firmas inteligentes cambian de foco. Comprenden que tienen que hacerse más efectivas. Cuestionan supuestos básicos: cómo y por qué hacen cada actividad, quiénes son sus clientes. Arman equipos reducidos y enfocados para cada proyecto, y los urgen a tomar decisiones atrevidas. Se comportan, en otras palabras, como innovadores.
Lo sé porque durante los 27 años que he sido presidente de Ziba, nuestro estudio de diseño ha soportado tres recesiones importantes. Las tres ocasiones fueron épocas de excepcional innovación y creatividad para nosotros y para nuestros clientes. De hecho, sostendría que la mayoría de los grandes avances tecnológicos y de diseño de las últimas décadas tuvieron sus raíces en las recesiones. Esto fue porque: la escasez fuerza el enfoque. En lugar de explorar todas las vías y consultar con cada posible colaborador, tomamos decisiones duras sobre dónde aplicar nuestros esfuerzos. Esto significa dejar cosas atrás y asumir riesgos - dos acciones que evitamos en tiempos de abundancia. La escasez también nos da una excusa para avanzar. Todo mundo tiene su opinión, y en épocas de abundancia todo mundo quiere involucrarse. Lo más importante, la escasez nos fuerza a ser genuinamente creativos.
Todo esto podría ayudar a explicar una característica común de las organizaciones continuamente innovadoras: operan con un esquema mental de escasez, aun en tiempos de abundancia.
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