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Biz Stone, la vida de un genio después de fundar Twitter

miércoles, 2 de abril de 2014
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Expansión - Madrid

El concepto detrás de Twitter, señala, fue bastante básico: ayudar a la gente a llegar a una audiencia amplia. «No es un triunfo de la tecnología», dice, riendo. «Fue la unión de muchas cosas».

En su nuevo libro, «Things a Little Bird Told Me», (cosas que me dijo un pajarito) que acaba de publicarse en inglés, Stone describe la inesperada trayectoria ascendente de la empresa, y la suya propia. El éxito, afirma, es en parte producto de la suerte, "pero me gusta decir que encontrar el momento adecuado, la perseverancia y 10 años de esfuerzo harán que parezca que el éxito ha llegado de la noche a la mañana".

Stone, que tiene 40 años, habla desde la oficina de Jelly, su nueva empresa con sede en San Francisco y cuya aplicación permite a los usuarios hacer y responder preguntas a sus contactos en las redes sociales. Al otro extremo de la ciudad está la sede de Twitter; allí dejó de trabajar a jornada completa en 2011, pero sigue asesorándola.

Nacido en Boston con el nombre de Christopher Isaac Stone (Biz es un apodo de la infancia), asistió a la Universidad del Noreste y más tarde a la Universidad de Massachusetts antes de abandonar los estudios. Trabajó en empresas de Internet como Xanga y Blogger, adquirida por Google y fundada por Evan Williams. Stone, Williams y otros dos cofundadores lanzaron Twitter en 2006.

Cuando salió a bolsa el año pasado, la compañía tenía una capitalización de mercado de unos US$25.000 millones. Stone dice que vendió parte de sus acciones antes del debut bursátil, pero que mantiene una "participación considerable" en Twitter, aunque se niega a confesar cuánto ha ganado. En el momento de la salida a bolsa, Williams tenía una participación de más de US$1.000 millones, y las acciones del cofundador Jack Dorsey valían cientos de millones.

Stone ha progresado mucho desde los inicios de su carrera, cuando vivía en el noveno piso de un edificio sin ascensor en San Francisco. Él y su esposa no tenían dinero para comprar muebles, así que dormían en el piso y usaban la caja de un televisor como mesa de comedor. Sus colegas en Google, donde trabajaba por entonces, recaudaron US$800 mediante una colecta para que pudiera comprar una cama. Terminó usando el dinero para pagar un Toyota alquilado que usaba para ir al trabajo.

Finalmente, cuando Google salió a bolsa, Stone pudo pagar todas sus deudas. Posteriormente dejó la compañía para iniciar un proyecto de distribución de archivos multimedia con Williams que fracasó, obligándoles a cambiar de estrategia y a crear otra firma que daría paso a Twitter. Pero empezaron sin un plan de negocio.

"Los empresarios de la vieja escuela pensarían que es una locura, pero fijar tu modelo de negocio antes de haber demostrado que tus servicios tienen valor para muchas personas sería como vender la piel del oso antes de cazarlo", explica. "Cuando se empieza algo así es como un acto de fe". Stone aconseja crear primero una base de usuarios amplia y luego preocuparse de ganar dinero. Sin embargo, admite que esta filosofía funciona mejor con empresas de medios nuevos. "Otra cosa es si se abre una librería", señala.

La estrategia parece haber funcionado para Twitter. "Construimos una marca de miles de millones de dólares mucho antes de que nuestro servicio tuviera un valor remotamente cercano", afirma. Parte de ese valor se basaba en la asociación. "Nos ponían en el mismo saco que a compañías mucho más grandes y mejores", como Facebook, Google o Apple, agrega. Stone ríe al decir, «esas empresas deben haber pensado: ‘¡Dejad de compararnos!’».

Sin embargo, ¿pueden generar las empresas de redes sociales tanto dinero como sugiere su valor? "Creo que hay que verlo de una forma más abstracta", dice Stone. "¿Puede un sistema en el que cientos de millones de personas participan a diario para hacer cosas diversas –puede algo así generar dinero?" pregunta. "La respuesta siempre es sí". Twitter aún no es rentable, pero Stone señala que la empresa está ganando dinero con la publicidad.

El gran número de conexiones de la gente en las redes sociales le dio la idea para Jelly, que ofrece una plataforma para plantear preguntas y problemas en busca de ayuda. Stone comenzó a preguntarse cuál era el fin de acumular tantos contactos en línea. "Tal vez quieran mirar fotos de la familia y de sus bebés, y eso es genial", dice, pero "la verdadera promesa de una sociedad conectada es que la gente pueda ayudarse unos a otros".

A juzgar por las recientes protestas en el área de la Bahía de San Francisco contra el aburguesamiento y la desigualdad de ingresos, no todo el mundo ve tantas promesas en el auge de Internet. «Pienso que estos episodios en particular no tienen tanto que ver con la tecnología como con las diferencias entre ricos y pobres», apunta, haciendo referencia a la dificultad de encontrar viviendas asequibles en la zona.

Sin embargo, ve algo positivo. «¿El problema es que hay demasiados multimillonarios? Es un problema bastante serio», comenta. «Podemos entenderlo, no es como si todos tuviéramos una enfermedad». Stone cree que una solución para calmar el descontento es que las empresas de tecnología colaboren de forma pública en iniciativas sociales.

Pero hasta él cree que la tecnología puede tener límites. «Es una locura», advierte. «Es decir, ¿ordenadores para llevar en los ojos?» comenta en relación a productos como Google Glass. Stone dice conocer a un ingeniero que escribió un programa para sacar fotos solo con parpadear. «Sería una pesadilla».

Sin embargo, Stone no tiene planes de dejar pronto el mundo tecnológico. Aparte de gestionar Jelly, como inversor es un ángel de la guarda activo, y ha respaldado a empresas tecnológicas como Square y Medium, fundadas por Dorsey y Williams, respectivamente. Todavía ve a sus compañeros fundadores de Twitter con regularidad, pero tiene dificultades para cuadrar las agendas.

"Evan [Williams] y yo somos un poco más accesibles, ya que los dos tenemos hijos, pero Jack (Dorsey) es una especie de multimillonario atractivo, así que resulta algo más difícil pillarlo", dice. Y comenta riendo, Dorsey «quiere ser alcalde de Nueva York, consejero delegado de tantas compañías como le sea posible y estar en el consejo de administración de Disney».

Una de las celebridades que sí tiene tiempo para ver a Stone es el Dalai Lama. Justo antes de que concluya nuestra entrevista, el ayudante de Stone llama a la puerta para recordarle que tiene que ir a San José, donde pasará la noche antes de reunirse con el líder espiritual tibetano por la mañana. «Le diré, ‘¿Qué tal Dalai Lama?’» dice con excitación. «Es genial, pero no se me permite tuitear sobre ello».

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