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Analistas 01/05/2015

La industria hotelera

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor
La República Más
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El buen comportamiento de la economía colombiana, con crecimientos anuales superiores a los de los países desarrollados y a la media de la región, inflación estabilizada por debajo de 3,5% anual, calificación internacional en grado de inversión y el mejoramiento de la seguridad nacional, creó en la última década un escenario atractivo para el capital extranjero.

Complementariamente, para el sector turismo los ingresos provenientes de la operación de hoteles construidos o remodelados entre los años 2003 y 2017 están exentos de impuesto de renta por 30 años, contados a partir del inicio de su actividad hotelera; esto ha impulsado la llegada de cadenas internacionales, la consolidación de operadores locales y la creación de alianzas entre desarrolladores nacionales y extranjeros. 

Según registros de Di Markets, en la última década la inversión en proyectos nuevos en el sector hotelero en Colombia alcanzó la nada despreciable cifra de US$841 millones. El principal receptor de estos recursos fue Bogotá con un 37%, seguido de Cartagena con un 30%, 25% para Cali y 3% para Medellín. 

Lo anterior es consistente con los estudios de Cotelco, que indican que los principales motivos de viaje en y hacia Colombia son negocios y ocio; pese al incremento en la oferta de habitaciones, la ocupación promedio nacional se ha mantenido entorno a 53%, equivalente al nivel de América Latina. Esto se explica en buena parte debido al crecimiento de visitantes extranjeros que pasó de 600.000 en el año 2001 a más de 2 millones en 2014; además, la reciente devaluación incentiva que los extranjeros piensen en Colombia como un destino atractivo. 

La dificultad para obtener financiación que permita el desarrollo de la infraestructura hotelera, ha provocado una abundante oferta al público en general de participaciones en derechos fiduciarios, cuyos subyacentes son las unidades hoteleras, bajo la promesa de recibir rentas a perpetuidad, provenientes de los excedentes de la operación de los mismos, una vez culminen la etapa de construcción.  Alternativamente, algunos proyectos se promocionan como apartahotel, en la cual los compradores adquieren la propiedad plena de habitaciones hoteleras y posteriormente se la entregan a un operador especializado para que la administre. 

La industria hotelera como motor de desarrollo social y económico es un generador de empleo que dinamiza otros sectores como la cultura, el entretenimiento, restaurantes, catering, logística, transporte y comercio electrónico, pero es necesario redireccionar los incentivos hacia ciudades intermedias, así como estimular y promover nichos diferentes al turismo de negocios y vacacional. Teniendo en cuenta que a partir de 2018 desaparece la exención tributaria para construcción de hoteles, no habrá, por años, nuevos desarrollos, lo que conllevará a una mayor ocupación, toda vez que el turismo y  la economía seguirán creciendo.

Los hoteleros deberán ofrecer al cliente más que destinos o productos específicos, experiencias; tendrán que modernizar las plataformas tecnológicas e impulsar las ventas por internet, deberán facilitar la realización directa de reservas y con menores tiempos de anticipación y diseñar paquetes a la medida; de igual manera, deberán considerar la vinculación del sector entretenimiento y cultural de una forma más directa, como lo vienen haciendo los grandes destinos turísticos del mundo.
 

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