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Analistas 22/06/2017

La complacencia de la Ocde

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado
La República Más
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El informe de la Ocde sobe Colombia es complaciente con el gobierno en dos sentidos. Primero, considera que la política económica ha permitido responder de manera adecuada a la caída de los precios del petróleo y de la minería. Y segundo, afirma que la reciente Reforma Tributaria es un avance en la lucha contra la desigualdad. Y este error de percepción llega hasta el punto de considerar que la reforma tributaria es “progresiva”.

 La Ocde se equivoca en el diagnóstico porque no es cierto que el país haya utilizado bien los recursos de la bonanza petrolera y minera. En el informe de la Ocde no se menciona la enfermedad holandesa que le propinó un duro golpe a la economía colombiana. Entre otras razones, porque destruyó la producción industrial y agropecuaria. La política económica fue incapaz de sembrar la bonanza, y ante este fracaso las manifestaciones ciudadanas anti-minería son una respuesta lógica. 

Las poblaciones de los municipios mineros no perciben que la explotación de los recursos naturales les haya favorecido. En los municipios del país se repite, una y otra vez, “minería pero no así”. La población constata que las zonas donde hay minería y petróleo no logran mejorar sus condiciones de vida. Basta observar los pésimos indicadores sociales del Magdalena Medio y de La Guajira, para mencionar solamente dos casos. En lugar de constatar esos hechos, la Ocde felicita al Gobierno colombiano porque la caída del PIB ha sido más suave que en otros países de América Latina.

 No se entienden las razones por las cuales la Ocde considera que la última Reforma Tributaria es progresiva, y que va a mejorar la distribución del ingreso y de la riqueza. En palabras de la Ocde, la Reforma Tributaria de 2016 “puede ayudar a abordar la gran desigualdad y la baja productividad, al aumentar la progresividad”. En realidad, la Reforma redujo la carga tributaria de los más ricos. El impuesto a los dividendos, que la Ocde pone como un ejemplo de progresividad, tiene dos inconvenientes. Por un lado, la tarifa es muy baja y, por el otro, basta constituir una sociedad para evitar su pago. Dicho de otra manera, la Reforma Tributaria no es progresiva, y no contribuye a la lucha contra la desigualdad.

 La Ocde reconoce que “las políticas sociales han redistribuido demasiado poco y el gasto social y de desarrollo es considerablemente más bajo que el promedio de la Ocde” pero, al mismo tiempo, supone que la Reforma Tributaria puede lograr los efectos distributivos que no se alcanzan por la vía del gasto público.

 La Ocde acepta que la productividad del país es muy baja, pero no muestra los vínculos que hay entre la equidad, la sostenibilidad y la capacidad productiva. Propone, sin más, que se reduzcan las cargas no salariales, y deja de lado cualquier consideración sobre la relación positiva que existe entre los salarios y la productividad. En países líderes de la Ocde, como Alemania, los salarios altos han sido el incentivo para mejorar los niveles de productividad. La propuesta de que el salario mínimo se determine por edad y por regiones no resuelve los problemas estructurales y puede llevar a una ampliación de las brechas entre regiones. Finalmente, en las recomendaciones de la Ocde se le da muy poca relevancia al crecimiento verde y a la producción sostenible.

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