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Analistas 24/08/2015

De actitudes suicidas e inversores conservadores

Alberto J. Bernal-León
Jefe De Estrategia Global, XP Securities
La República Más
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Voy a tomarme el atrevimiento de replicar una conversación que tuve con un gran inversionista de Chile hace un par de días en la bellísima Santiago de Chile. En un día frío pero soleado, con las montañas de los Andes aún agradeciendo la abundante nevada que habían recibido el día anterior, este personaje y yo tuvimos una espectacular conversación sobre el futuro de los mercados emergentes.

Comencé la charla de la misma forma que siempre lo hago: poniendo los números sobre la mesa, presentándole al cliente las predicciones y los fundamentos que le dan soporte a esas predicciones. Reiteré mi visión de que el mundo no estaba listo para ver un incremento de las tasas de interés, porque la demanda agregada en EE.UU. no estaba creciendo a la velocidad necesaria como para poder generar inflación. Reiteré que si el petróleo seguía colapsando, la economía de EE.UU. se iba a ver muy afectada, pues 1% del crecimiento de EE.UU. en este momento está atado a la inversión privada en hidrocarburos, y porque el ahorro en gasolina que se está viendo no se está trasladando a más consumo, porque la gente no tiene confianza. “Es la única forma en que se puede explicar la falta de consumo adicional en EE.UU.”, dije yo. “¿Si no es por cuestión de confianza, entonces por qué los norteamericanos a los que tanto les gusta gastar no están aprovechando esa ‘reducción de impuestos’ que se está viendo en este momento? Valga recordar que el ahorro en gasolina va a llegar a US$200.000 millones anuales, casi 1,5% del PIB”.

Continué argumentando que un super dólar ponía en riesgo el futuro de la inflación en EE.UU., porque si el petróleo seguía cayendo, y los salarios de los norteamericanos seguían estancados, entonces la famosa inflación implícita (cálculo que se hace entre los bonos del tesoro atados a la inflación y los bonos del tesoro tasa fija para calcular el estimado de inflación de los agentes) iba a seguir cayendo, algo que, valga decir, sigue sucediendo. Por si acaso, que la inflación de EE.UU. siga cayendo es un hecho gravísimo, porque ya de por si la inflación de EE.UU. está bajísima (0,1% año/año) en este momento.

Y como algunos lectores sabrán, que los precios de la economía caigan es una pésima noticia, porque en las economías deflacionarias la gente deja de consumir. ¿Por qué razón, se preguntarán algunos? Porque el subconsciente humano comienza a entender que es mejor demorar la compra de un apartamento o de un carro, porque muy seguramente en el futuro el activo en cuestión valdrá menos. Pero si la gente deja de consumir, las empresas quiebran y la gente pierde su trabajo. 

Le dije a mi cliente que bajo mi estructura de pensamiento era simplemente imposible pensar que una apreciación adicional del dólar norteamericano no iba a tener efecto en la capacidad de crecimiento de la economía. Le dije que mi pensamiento era consistente con un mundo en el cual la Fed se ve imposibilitada a subir las tasas de interés, o por lo menos imposibilitada de hacerlo en forma relevante. Por lo tanto, dije yo, “recomiendo mirar nuevamente opciones de inversión en el mundo emergente. Si uno invierte en bonos de EE.UU., uno dobla la plata del cliente cada 35 años. Si la invierte en bonos de Brasil en reales, lo hace cada cinco años”. “Es cierto, Alberto, pero yo no vine a este mundo a ser un héroe, y si su visión está errada, voy a perder mi trabajo. Y yo no quiero perder mi trabajo. Mejor dicho, me quedo largo en dólares”. Por esa razón es que el peso/dólar está a $3.100.
 

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