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Analistas 18/01/2023

Gobernar es gobernar

“Gobernar es comunicar” les recuerda constantemente el presidente Petro a sus subalternos. O sea, gobernar es informar, notificar, transmitir, enterar, anunciar, avisar, revelar, retransmitir, televisar, telefonear, o dar parte, según los sinónimos usualmente atribuidos al verbo.

Hay que decir que en esto el gobierno está haciendo una admirable gestión. No pasa una hora del día en la cual algún funcionario-y el propio Presidente- no comuniquen algún proyecto, programa, plan, obra, reforma o transformación.

Reforma a la salud, a la policía, a las pensiones, al estatuto del trabajo, al régimen político. Comida barata y abundante para todos. Transición energética de un día para otro. Renta básica universal. Créditos gratis para estudiantes y agricultores. Tres millones de hectáreas para comprar y regalar. Autopistas de primer mundo con trazados magníficos para “conectarse con el sur” pero no para importar del exterior. Compra “en quince días” de haciendas para la reubicación de damnificados. Tren eléctrico entre Buenaventura y Barranquilla. Economía popular con pleno empleo. Banca pública para los pobres. Paz total. Cese al fuego multilateral. Colombia, potencia mundial de la vida, etc. etc.

Tanto así que la poeta Piedad Bonnet ha descrito a este gobierno como el “gobierno espectacular”, no en el sentido de sensacional, grandioso o espléndido, sino en el sentido de espectáculo.

El problema para Petro es que gobernar no es comunicar: gobernar es gobernar. Es el difícil arte de crear consensos políticos para resolver problemas de la sociedad y luego ejecutar dichos consensos a través de normas, planes y programas de manera efectiva. En otras palabras, gobernar es hacer.

Y en esto el gobierno es un fracaso absoluto. La incontinencia verbal que lo lleva a anunciar todos los días la reinvención de la rueda inevitablemente traerá frustraciones monumentales. La luna de miel esta concluyendo, la gente quiere resultados. Las muertes de niños por desnutrición en La Guajira, los estragos del invierno, la inflación desembocada, el desempleo, la violencia contra los líderes sociales y la inseguridad en las ciudades y los campos no se resuelven con discursos veintejulieros o enviando trinos.

Se resuelven con el diseño cuidadoso de políticas públicas, adecuadamente financiadas y meticulosamente ejecutadas. Gobernar es difícil. Dar resultados toma tiempo. El proceso presupuestal y contractual colombiano es engorroso. Las cortes son autónomas y les encanta tumbar leyes y decretos. El dinero no crece en los árboles. La capacidad fiscal colombiana es muy limitada, los tenedores de bonos están vigilantes. Cada anuncio de gasto implica un recorte en algún lugar. Si se gastan 20 billones en aviones de guerra, por ejemplo, habrá que construir menos escuelas y hospitales.

Por esta razón, el Presidente y los funcionarios deberían dejar su obsesión con los anuncios improvisados y, más bien, deberían remangarse las mangas de la camisa para darle respuestas serias y efectivas a los problemas cotidianos de los colombianos.

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