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La verdadera reactivación empieza cuando se reconoce lo que se tiene y se usa para poder crecer en conjunto
En los últimos años, en lo que respecta al entorno corporativo nacional, pensar en iniciativas de responsabilidad social tiende a asociarse con la destinación de grandes presupuestos, la consecución de metas de impacto masivo y un despliegue de amplia exposición en el tiempo. Si bien dichos elementos pueden incidir significativamente en la cobertura de una iniciativa, lo cierto es que la solidaridad per se no está supeditada al volumen de los recursos.
Si se tiene en cuenta que la llegada del covid-19 al país ha condicionado gran parte de las finanzas de las empresas, por no decir que las ha paralizado, el hecho de que la solidaridad no dependa de la disponibilidad de bienes cobra una particular relevancia, pues incluso, en medio del actual contexto, contribuir al progreso social sigue siendo una actividad al alcance de cualquiera que la quiera ejercer.
En ese sentido, pese a que 66% de los comerciantes en Colombia reportaron menores ventas en julio con respecto al mismo mes del año pasado -según la Bitácora Económica de Fenalco para agosto-, es importante señalar que con la capacidad instalada que ya cuentan las empresas, su capital humano y la disposición de aportar, se tienen suficientes factores para generar un impacto positivo en su entorno más inmediato.
Aspectos tan esenciales como los canales de comunicación corporativa, que en muchos casos están totalmente automatizados; la red de proveedores, ya sea directa o indirecta; las alianzas institucionales, que en el grueso de compañías se tienen con cajas de compensación; y el conocimiento intrínseco de cada empresa son algunas alternativas con las que cuenta el aparato productivo del país para poder sumar.
En el caso puntual de la industria del servicio al cliente, caracterizada por su cercanía con el entorno digital y la implicación de un amplio recurso humano, la posibilidad de facilitar una robusta plataforma para dar a conocer emprendimientos, promover espacios de capacitación y favorecer el cuidado de la salud por medio de la tecnología son aportes de gran valor que no dependen de la destinación de recursos adicionales.
En línea con estas oportunidades, Comdata ha venido adaptando diferentes espacios virtuales para permitir la promoción permanente de empresas unipersonales, emprendimientos y negocios familiares que se han visto perjudicados por el aislamiento. De esta manera, a lo largo de la evolución de la pandemia, la compañía ha podido establecer convenios para reactivar las plazas de mercado, dar a conocer emprendimientos, establecer relaciones de beneficio recíproco con negocios locales y crear programas de bienestar para las familias de los colaboradores.
Al fin y al cabo, sin querer desestimar las dificultades que plantean las circunstancias actuales, lo importante es reconocer que la responsabilidad social corporativa está determinada por la voluntad que se pueda tener. La reactivación económica no solo pasa por los auxilios económicos, el desembolso de préstamos o los alivios tributarios; la verdadera reactivación empieza cuando se reconoce lo que se tiene y se usa para poder crecer en conjunto.