Nuestro país atraviesa un momento de transición y transformación relevante de cara al futuro. Independientemente de posturas políticas, de defensores o detractores, es innegable que somos testigos de una nueva Colombia. De un país que tuvo la oportunidad de un nuevo comienzo. Varias generaciones pasaron a la historia sin siquiera contemplarlo, pero somos más quienes hoy vivimos para contarlo.
Por supuesto, como todo lo que es novedad, inquieta. Como todo cambio que resulta en crecimiento, genera incertidumbre. Nadie aseguró que este fuera un camino fácil ni corto. Un país como el nuestro, con una historia tan marcada por el conflicto, la pobreza y la corrupción, tiene todavía mucho por recorrer. La verdadera evolución toma años e implica retos enormes, sobre todo a nivel social; superarlos será, en última instancia, la prueba reina de que sí podemos ser una sociedad distinta, más consciente, más humana, más presente.
Toda transformación es aprendizaje, y si incentivamos el deseo de cambio desde las generaciones más jóvenes, las que están compuestas por pequeñas personas que sueñan sin límites, que convierten sus juegos de niños en grandes ideas, esas que aún no están contaminadas de prejuicios, podemos volcar todos nuestros esfuerzos allí, con la plena certeza de que estaremos sembrando en tierra fértil. Las nuevas generaciones traen consigo, por naturaleza, nuevas habilidades, mentes más abiertas, ideas que para muchos pueden parecer imposibles, pero que para ellos, en el día a día, son proyectos plenamente realizables y solo es cuestión de ver un poco más allá de lo evidente.
Desde la Fundación Terpel creemos y confiamos en esas generaciones y en sus capacidades, y es por eso que todo nuestro trabajo está enfocado en la transformación y el desarrollo del país desde la educación de calidad. Le apostamos a fomentar competencias básicas en los niños, como matemáticas y lenguaje, incentivar el desarrollo de habilidades de liderazgo, que son fundamentales para empoderarlos y que se sientan motivados a ser multiplicadores de cambio.
Estamos convencidos de que un país educado será, a futuro, un mejor país en todo sentido. Nuestra dedicación ha beneficiado a más de 664.000 niños colombianos en todo el territorio. Ya son 12 años escribiendo el futuro, con el acompañamiento de aliados como las Secretarías de Educación y las instituciones educativas. La calidad de lo que enseñemos a nuestros niños, no solamente los hará más capaces, más competentes, mejores profesionales, sino también mejores seres humanos que contribuirán, desde el inicio de su vida, a la reconstrucción del tejido social en cada uno de sus entornos.
Queremos continuar forjando un cambio significativo para acercarnos cada día a la Colombia que soñamos. Desde Terpel y la Fundación Terpel seguiremos siendo aliados del país para la verdadera transformación, con la educación como bandera.
