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Esa definición, tomada de Sistema B, organización sin ánimo de lucro que lidera la iniciativa en América Latina, hace parte de un movimiento que nació en Estados Unidos en 2007 y que congrega, a nivel mundial, a más de 1.700 compañías de 130 industrias diferentes y provenientes de 50 países.
“Las empresas que cuentan con esta certificación muestran que no solo están buscando un beneficio económico, sino que también les interesa generar un impacto social o ambiental positivo. Esto hace parte de una nueva generación de posicionamiento en el mercado”, comentó Álvaro Urquijo, director de la firma consultora en sostenibilidad Qualitas T&T.
Entre las extranjeras que se han sumado a este movimiento están las firmas Natura, Algramo, BSD Consulting, Conexia y Sustainable Harvest. Y entre las locales están Acción Verde, Aral Thel, Bio Plaza, Macías Gómez & Asociados, Brand Solutions, Hybrytec y Portafolio Verde.
¿Cómo obtener la certificación?
Para obtener la certificación B hay que seguir seis pasos: completar una evaluación, que se puede descargar en el sitio web de B Lab. “Según el rubro y tamaño de la empresa se crea una cuenta con usuario y contraseña. Son aproximadamente 100 preguntas que abarcan cinco áreas de la empresa: gobernanza, modelo de negocios, prácticas ambientales y laborales”, indicó Sistema B.
El siguiente paso es revisar el puntaje obtenido en dicha prueba. En este proceso personal de la entidad se contactará con la compañía para resolver dudas y entregar la calificación final. Se puede optar por la certificación si se logra obtener mínimo 80 puntos de un total de 200.
“La RSE se ha vuelto un tema discursivo y estratégico para la reputación de las empresas. Dentro de ese contexto salen certificadores que a través de metodologías y procedimientos cualifican a quienes voluntariamente deciden adaptarse a esos estándares para recibir un resultado. Sin embargo, actualmente sigue existiendo una brecha porque hay empresas que por medio de certificaciones quieren aparentar ser socialmente responsables sin llegar a serlo”, dijo Juan Fernando Petterson, consultor investigador de Grupo Civis.
El tercer paso que se debe seguir para obtener la certificación es entregar documentación de respaldo que soporte la información suministrada anteriormente. Luego habrá que firmar el ‘Term-sheet’, un documento donde se explican los deberes y derechos de ser una ‘empresa B’ y se hace oficial el ingreso a esta comunidad.
Después de ello viene un proceso de cambio de estatutos, en el que las organizaciones deben “considerar a los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente de manera vinculante en la toma de decisiones”, señaló la certificadora.
Finalmente hay que pagar el costo de la certificación, cuyo monto depende de la facturación de la empresa y oscila entre US$500 y más de US$50.000. Su vigencia es durante un año. Por ejemplo, una empresa que tenga una facturación de hasta US$500.000, deberá pagar US$500; una compañía que tenga ingresos de entre US$500.000 y $1,9 millones, tendrá que pagar US$1.000 por la certificación; y así sucesivamente.
“Las empresas con esta distinción logran una diferencia en el mercado porque para ciertos públicos eso es atractivo. El consumidor puede reconocer esos esfuerzos y acercarse a esas empresas. Las compañías tienen que reinventarse y ser parte de una generación amigable”, mencionó Urquijo.
Sin embargo, el experto Petterson resaltó que “el impacto ambiental y social generado debe verse. Es indispensable que las firmas tengan en cuenta la importancia de medir la creación de valor social que generan sus proyectos ambientales”, resaltó.
En América Latina desde 2012
El movimiento de ‘empresas B’ que nació en 2007 llegó a América Latina en 2012. Los países con los que han trabajado hasta el momento son Argentina, Brasil, Chile y Colombia, en donde ya cuentan con 100 compañías certificadas. Esta comunidad mundial también tiene presencia en Canadá, Australia y Europa. “Buscamos construir un ecosistema favorable para fortalecer organizaciones que utilizan la fuerza del mercado para dar solución a problemas. Una economía donde el éxito se mida por el bienestar de las personas, de las sociedades y de la naturaleza”, indicó Sistema B.
Las opiniones
Álvaro Urquijo
Director de la firma Qualitas T&T
“Las empresas certificadas no solo están buscando un beneficio económico, sino generar un impacto social o ambiental”.
Juan Fernando Petterson
Consultor e investigador del Grupo Civis
“El impacto ambiental y social debe verse. Es necesario que las empresas tengan en cuenta la importancia de medir la creación de valor”.
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