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En la cultura colombiana, el consumo del huevo es algo muy común, pero detrás de esta industria es importante entender varios procesos
Tras la promesa que hay detrás de la producción de alimentos tradicionales y del consumo cotidiano de estos mismos, se esconde una realidad que pocas personas realmente conocen y es el uso masivo de jaulas en batería para poder producir huevos.
De hecho, en Colombia, cerca de 70% de las gallinas ponedoras son criadas en sistemas realmente intensivos, según lo expone Sinergia Animal, donde no tienen mayor posibilidad de moverse, están rodeadas de excrementos y privadas de cualquier tipo de comportamiento natural que pudiesen tener. Práctica que no solo genera un gran sufrimiento físico y emocional en los animales, ya que, aunque no se crea, también representa una amenaza para la salud pública.

De acuerdo con diferentes organizaciones que están dedicadas a la protección de los animales, algunas investigaciones recientes demostraron condiciones insalubres, combinadas con negligencia y enfermedades graves, como por ejemplo, el prolapso cloacal, que es una afección que, además de causar colapso y hemorragias, impulsa el canibalismo entre las mismas aves y, por ende, la muerte.
De igual manera, estos animales son forzados de manera continua a producir huevos en ambientes cerrados, que no les permiten estirar sus alas ni mucho menos posarse, lo cual provoca altos niveles de estrés, un mayor deterioro físico y agresividad.
Bajo este contexto, Lyda Durango, directora general de Sinergia Animal para Colombia, comentó que “lo que encontramos es inaceptable. Las imágenes son extremadamente crudas y reflejan una realidad de maltrato contra los animales que se esconde y que no puede seguir siendo ignorada”.
No obstante, el problema va más allá del sufrimiento que atraviesan estos animales, pues la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, Efsa, también aseguró que los sistemas que hay de jaulas suelen tener una mayor prevalencia de salmonela si se compara con los modelos libres de jaulas que existen. Lo que significa que este tipo de producción, además de no garantizar el bienestar animal, pone en riesgo a los consumidores.
“Queremos revelar esta dura realidad porque detrás de productos cotidianos de panadería como ponqués, galletas o pasabocas que consumen a diario los colombianos, hay miles de animales sufriendo de forma silenciosa y en condiciones que son un riesgo para la salud pública. Este sistema intensivo no tiene el más mínimo respeto por estos seres vivos”, añadió la experta.
Aunque no es para menos esta preocupación, y más si se tiene en cuenta que Colombia es considera como uno de los países más consumidores de huevo en el mundo. Tanto la producción como el consumo de huevos mostraron un crecimiento relevante, con un consumo per cápita de 342 unidades.
Esto sin contar con que, a pesar del crecimiento sostenido que está teniendo la industria, según expone la organización que vela por el bienestar de los animales, aún se depende de los huevos que provienen de jaulas. “Cada año de retraso significa millones de gallinas atrapadas en confinamiento extremo. Esta es una cuestión urgente de responsabilidad empresarial y protección animal”, concluyó Durango.
Finalmente, desde las organizaciones que a diario luchan por el bienestar animal, afirman que es crucial exigir unas mayor transparencia y coherencia ética entre todos los actores que hacen parte de esta cadena.
En otros países, por ejemplo y es un caso emblemático, cerca de 30 gobiernos y aproximadamente 11 estados de Norteamérica ya están implementando regulaciones que limitan y prohíben el sistema intensivo al que son sometidas las gallinas, alejando que este proceso puede ser considerado uno de los más crueles del sector avícola.