Más allá de buscar un beneficio económico, las organizaciones empresariales que han tomado la decisión de perdurar, ven la Responsabilidad Social como el principal soporte de su sostenibilidad, lo que significa sembrar futuro no solo para la propia compañía, sino también para todos sus grupos de interés , tanto internos como externos.
La Responsabilidad Social es algo así como el espíritu o la conciencia de una organización, de cara al objetivo de perdurar y dejar a las generaciones venideras los aprendizajes y recursos necesarios para su sostenibilidad, razón por la cual los proyectos y planes no pueden ser cortoplacistas ni enfocados solo en el aspecto económico. Una organización que actúa en forma responsable, tiene mayor probabilidad de futuro, y consecuentemente aporta al desarrollo sostenible de su sector y de la sociedad, en general.
Así como el recurso humano es la piedra angular para los modelos de excelencia de las compañías, la RSE es el soporte fundamental para desarrollar empresas con altos estándares de productividad y competitividad mediante la aplicación de técnicas o prácticas como producción limpia, consumo responsable, marketing transparente, compensación de las huellas ecológicas, del agua y de carbono, según su impacto en la sociedad y el medio ambiente, entre otras.
Pero, ¿qué hacer para que estos programas no se queden solo en retórica o discurso? Es clave el cambio de mentalidad de los líderes empresariales. Mientras esto no cambie, seguiremos viendo empresas “depredadoras”, por lo se hacen necesarios procesos de gestión del cambio que involucre la totalidad de líderes de la organización. Algunos gerentes se aprenden el discurso, sin embargo, mientras no esté en su mente y su corazón, el tema será “cosmético” y todos sabemos las consecuencias de poner en la vitrina un producto que no se tiene en la bodega o el anaquel.
Son varios los argumentos que motivan la RSE. Según la Universidad de Harvard, el primero tiene que ver con el “desarrollo sostenible”, que lleva a generar la conciencia de satisfacer las necesidades de hoy sin comprometer la capacidad de satisfacer las necesidades de las generaciones futuras, por lo que resulta imprescindible buscar el equilibrio entre los componentes económico, social y ambiental.
El segundo argumento es la “obligación moral”, entendida como la adopción y fomento ante la sociedad y sus grupos de interés, de estándares éticos de comportamiento a través de todas las actuaciones de la empresa.
El tercer punto se refiere a la “licencia para operar”, es decir, el permiso tácito o explícito de los gobiernos, comunidades locales, sociedad civil y líderes de opinión para hacer negocios.
Por último, está la “reputación”, como resultado de una interacción efectiva con los grupos de interés, la cual se materializa en el mejoramiento de la imagen corporativa, el fortalecimiento de la marca, la motivación de los grupos de interés e incluso el incremento del valor de las acciones en la bolsa.
Aun cuando se ha iniciado un camino para entender y desarrollar modelos de Gestión Sostenible, se puede concluir que la brecha aún es grande, por lo que se hace necesario generar incentivos y procesos de cambio en la mayor parte de las organizaciones del país, entidades gubernamentales y aun en la academia.
El trabajo que se hace para ser más responsable
Organizaciones gremiales como la Andi, Andesco y Fenalco, entre otras, fomentan el desarrollo de competencias en el tema de ser empresarialmente responsable. Igualmente, el país dispone de reconocimientos nacionales como el Premio Andesco a la RSE, y el Premio Nacional a la RSE, señales que evidencian la necesidad de incentivar prácticas ejemplares en materia de RSE.
