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Con la reforma laboral, la contratación de personas con discapacidad se ha convertido en un eje fundamental para la responsabilidad social y la competitividad de las empresas en el país

La inclusión laboral de personas con discapacidad en el país avanza lentamente hacia un cambio estructural importante: dejar de ser únicamente una exigencia legal para convertirse en una estrategia que genera competitividad y valor social.
Aunque en Colombia se cuenta con leyes que obligan a las empresas a contratar personas con discapacidad, la mayoría de las organizaciones todavía lo asumen como un requisito que deben cumplir, no como una forma de oportunidad y ventaja.
Así lo explicó Alejandro Arévalo, cofundador de T-Mapp, empresa que impulsa procesos de reclutamiento inclusivo a través de su unidad de Scouty, especializada en conectar talento con discapacidad con vacantes formales y en acompañar a las compañías durante todo el proceso de inclusión.
Si somos 100% honestos, la mayoría lo ve como un requisito: algo para cumplir la norma. Muy pocas compañías han entendido que puede ser un beneficio real, que amerita planes específicos para promover accesibilidad e inclusión. El reto es transformar ese “cumplimiento” en una convicción de que esto mejora productividad, retención de talento y clima organizacional.
Primero, sensibilización. Los líderes y dueños deben interiorizar que esto aporta valor, y luego capacitar a quienes lideran equipos. No basta con contratar: hay que preparar al equipo para recibir, apoyar e integrar. También los espacios deben adaptarse: accesos, señalización, braille. En suma, sensibilización + capacitación + adecuaciones.
La falta de capacitación es la barrera principal. Algunas empresas contratan personas con discapacidad, pero no preparan al entorno; esas contrataciones pueden fallar en pocos meses. Otra barrera es la ausencia de rutas formativas: se contrata pero no se acompaña, no se entiende que esos colaboradores pueden tener necesidades distintas de aprendizaje.
Hay impactos claros en productividad: personas con discapacidad visual, por ejemplo, han demostrado tener menos distracción y rendir muy bien en tareas técnicas. También mejora la retención: esos colaboradores suelen ser más estables si se sienten valorados. Y, finalmente, fortalece el clima organizacional: cuando los empleados perciben que la empresa apuesta por inclusión, crece el sentido de pertenencia.
Fundamental. Empresas como Microsoft han podido integrar desarrolladores con discapacidad gracias a herramientas que transforman texto en voz, reconocimiento auditivo, y otros dispositivos adaptados. La inversión no tiene que ser alta: se pueden adaptar equipos existentes para que la inclusión sea viable.
Ya hay un buen punto de partida: la Ley 2466 de 2025, que obliga a empresas de más de 100 empleados a contratar personas con discapacidad según proporciones definidas. Pero el siguiente paso es lograr que lo hagan con convicción, no por obligación. En T-Mapp, con nuestra unidad Scouty, impulsamos campañas para mostrar que cumplir esta norma trae métricas mejoradas: productividad, retención, clima. Hoy solo 2 de cada 10 personas con discapacidad tienen empleo. Si logramos elevar esa cifra a 30% o 40%, duplicamos el número de oportunidades.
En Colombia aún no hay muchas empresas enfocadas en ello. Nosotros colaboramos con fundaciones, organizaciones y facultades para construir una base de datos robusta de candidatos con discapacidad (profesionales y no profesionales). Cuando una empresa requiere un perfil, sea para desarrollo, call center, recepción u otro, le ofrecemos candidatos competentes y preparados. La meta es que haya fluidez entre el talento y las vacantes disponibles.
Hacemos campañas continuas y alianzas institucionales. Quien nos lea puede entrar al sitio web de T-Mapp, registrarse y llenar un formulario de manera inclusiva: diseñamos nuestra plataforma para que personas con discapacidad visual puedan usarla mediante audio, sin necesidad de ver la pantalla.
Que empiecen paso a paso. El peor error es no intentarlo. Inicien con una vacante que no requiera tecnología especializada, pero aseguren que el espacio físico es accesible y que el equipo esté capacitado. La sensibilización no cuesta mucho y marca una gran diferencia: recibir bien a una persona con discapacidad puede ser el inicio de una transformación positiva.
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