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EDITORIAL

Una política de Estado para líos con Nicaragua

viernes, 18 de marzo de 2016
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Ante los reveses, Colombia debe buscar ahora negociación directa con Nicaragua para sanear en estos años venideros mayores líos en el futuro

No es el momento para atizar el tradicional canibalismo político colombiano ni mucho menos de quemar brujas o buscar a los responsables históricos a la situación que está viviendo Colombia, como consecuencia de los fallos adversos obtenidos en la Corte Internacional de La Haya sobre los diferendos limítrofes con Nicaragua. Es un momento histórico para demostrarle al mundo que hay un Estado colombiano, una  Nación, un País (con mayúsculas) que actúa con el respaldo de todas sus fuerzas vivas.

El asunto ahora no es identificar responsabilidades pasadas ni hurgar en decisiones de expresidentes vivos y muertos, se trata del futuro de Colombia como país soberano que debe hacer respetar sus fronteras que se han ido pintando desde hace más de dos siglos. No es un cliché, pero es el momento de rodear al Presidente de turno desde todos los frentes y no dejarnos intimidar por un tribunal internacional que ha actuado con inusual radicalidad y falta de coherencia en las decisiones contra nuestro territorio.

Siempre hay una primera vez, y hoy estamos obligados a romper la tradición colombiana de acatamiento a las instituciones internacionales que nos maltratan con sus decisiones unilaterales. Hay dos dimensiones para avizorar el problema y armar una hoja de ruta hacia el futuro: una plagada por las opiniones de los especialistas que aconsejan mantenernos bajo el paraguas de una Corte extraña y contraria a nuestro país, y otra, marcada por visos nacionalistas que exigen respeto. No podemos ser medias tintas y mirar el problema con la objetividad de internacionalista; es un momento de grandeza y de unión por una Colombia histórica y compacta.

El procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez, tiene razón cuando pide una política de Estado que trascienda gobernantes frente al lío con Nicaragua, mucho más ahora que el Presidente -con gran acierto- ha decidido que “no seguirá compareciendo ante la Corte de La Haya”. Somos Colombia y aquí la única institución legítima autorizada para modificar las fronteras es el Congreso de la República mediante leyes ampliamente socializadas.

Ahora más que nunca hay que volcar presencia colombiana en nuestro archipiélago de San Andrés y Providencia y sus aguas, que finalmente, era algo que debíamos estar haciendo desde hace un par de años cuando la Corte dio a conocer su primer fallo. En los próximos años tendremos que enfrentar una decisión que nos compromete y en la que no estaremos presentes para defendernos; será la primera vez que la Corte, que ha sido dura con Colombia, asumirá un caso de plataforma continental con el cual quiere dictar jurisprudencia internacional y como van las cosas, Colombia no saldrá bien librada.

Hay que enfrentar la intención frentera de Nicaragua de extender su plataforma 200 millas marinas de la costa en el Caribe.

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