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Los ministerios con más cambios
Los viajes internacionales del Presidente son muy importantes en un mundo interconectado, pero no es el momento de irse del país cuando se han solicitado renuncias protocolarias
Tiene razón el presidente Petro cuando les pide a sus más inmediatos servidores las renuncias protocolarias a sus cargos para reorganizar su administración, a poco más de 500 días para terminar el mandato, lo que no está bien es que salga del país durante la misma semana, dejando al garete todas las decisiones de los ministros, los empalmes, la sincronización de los roles y funciones, en un momento crucial para su gobierno, pues la baja ejecución presupuestal, las afugias económicas, la crítica situación de orden público en varias regiones, y el inminente agite electoral de cara a las elecciones del próximo año, lo obligan a estar hiperconectado con sus funcionarios; a hacer reuniones presenciales, a asistir a consejos de gobierno en las regiones, a tener presencia en eventos en las grandes ciudades, y sobre todo, a mostrar una administración activa, así no se hagan inversiones.
Como reza el adagio popular, “la cara del santo hace el milagro”, el poder que tiene la presencia del Presidente de la República es sanadora para los rincones del país que solo necesitan ser escuchados, ver a un Gobierno Nacional preocupado por la solución de sus crónicos problemas. Viaje presidencial y crisis ministerial no conjugan y se leen mal en el país político y social deseoso de avanzar en la solución de los problemas.
El Presidente emprendió una visita oficial a Dubái, Emiratos Árabes Unidos, entre hoy y el miércoles, para participar en World Government Summit, donde algunos jefes de Estado y líderes internacionales debaten sobre los desafíos del futuro, las ciudades sostenibles, la transición energética y la inteligencia artificial, temas muy importantes para la agenda global, pero aplazables desde la óptica colombiana en medio de la crisis humanitaria y de orden público en Catatumbo, interinidad ministerial además de todas las agencias y departamentos administrativos parados porque sus cabezas poco han ejecutado, no saben si van a seguir en los cargos, y lo peor de todo, es que no tienen la línea desde la Casa de Nariño.
Puede ser que unos 500 días de gobierno suenen a mucho tiempo y que se argumente que es cuestión de corregir el rumbo, creencia facilista, pues poco más de un año y unas cuantas semanas, es tiempo para redondear una gestión a medias, cosa distinta es si no hay gestión alguna, en la que hay que empezar casi de nuevo en cada uno de los ministerios asfixiados por la pésima ejecución de sus presupuestos y la ausencia de obras para mostrar.
Poco o nada se ha hecho en las carteras de Agricultura, Transporte, Vivienda, Trabajo, Energía, Defensa, solo para citar a los ministerios más emblemáticos, y poco podrán hacer en esos más de 500 días quienes lleguen a un Gobierno Nacional con deudas acumuladas ante sus electores.
Quienes acepten ser ministros, lo harán por motivaciones personales, por hacer hoja de vida o por real convicción política de ayudar al Presidente elegido, pero no se puede esperar grandes obras para mostrar al 7 de agosto de 2026.
El Presidente debe barajar de nuevo su agenda de actividades, rodearse de ministros bien preparados con gran capacidad de ejecución; armar equipos diligentes que logren ejecutar bien los presupuestos mermados, y lo más importante, recuperar todos los rincones del país tomados por los delincuentes; si no se avanza en esas tareas de pura y dura administración, el ambiente electoral se va a precipitar ante un gobierno inoperante.
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